jueves, 16 de mayo de 2013

¿ Cómo ve Usted a la Iglesia ?


¿Cómo ve usted a la Iglesia? ¿La ve vieja? ¿La ve algo perdida? ¿La ve joven y hermosa? Hay un refrán que dice: “Nada hay de verdad o de mentira, todo es del color con que se mira”.  ¿Con qué ojos mira usted a la Iglesia? ¿Olvida que también usted es Iglesia? Los católicos son el escaparate de la Iglesia. ¿Cómo ven a la Iglesia cuando lo ven a usted?
Usted es la Iglesia, es una parte de la Iglesia y sus pecados: odios, rencores, murmuraciones, calumnias, egoísmos… ensucian  a la “Igle­sia” igual que los pecados de los sacerdotes y los obispos. ¿Quiere usted que la Iglesia aparezca ante la sociedad, hermosa, bella a los ojos y fascinante a los corazones? Pues comience por ser usted “mejor católico”. Si el sacerdote de su parroquia no es del todo perfecto o incluso es poco ejemplar para usted, más que un motivo de crítica, debe ser ímpetu para ser usted un excelente católico. ¡La imagen de la vieja Iglesia que da el Sacerdote, contrarréstela con la imagen de joven que de la Iglesia da usted!
Pero ningún católico debe escandalizarse de ver a la Iglesia santa y pecadora. Entre los doce Apóstoles que escogió el Señor, uno, Judas, lo vendió por unas monedas y san Pedro, el primer Papa, negó conocer al Señor, ante una criada. La Iglesia nunca será totalmente “perfecta”, pues sólo Dios es perfecto y todas las personas tenemos mucho de santas y algo de pecadoras.
¿Le quita a usted la fe el que san Pedro negara conocer al Señor o que Judas Iscariote lo vendiera por unas monedas? ¡No! ¿Entonces por qué dice que los curas le quitan la fe? La fe es un don de Dios que Él mismo concede a quien se lo pide, y sólo aquel que no cuida ese don, la fe, lo pierde, o lo deja morir, por no alimentarlo frecuentando los sacramentos.


En este año de la Fe, usted y yo, debemos esforzarnos en ser buenos católicos. ¿Cómo? Los pecados nos hacen viejos, feos, repugnantes. La gracia nos hace ser jóvenes, atractivos, envidia­bles. Así que procuremos vivir en gracia.
Seamos buenos católicos, esca­parates excelentes de la Iglesia, que los alejados o no creyentes al vernos se sientan fascinados por los hijos de la Iglesia y se digan a sí mismos: “¡Yo quiero pertenecer a esa familia!”.´

De la revista "SHEMA" 2013 especial Iglesia 1.

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