31 Agosto. XXII T.O. Mt 16, 21-27.
Jesús tiene que subir a Jerusalén,
aquí ese “subir” significa “sufrir”, padecer, morir y
resucitar. Y todo ello debe hacerlo y aceptarlo desde la más
absoluta libertad de quien no huye ante un destino adverso, que
conoce de antemano: “Nadie me quita la vida”, la ofrezco Yo por
vosotros.
Jesús en su naturaleza humana, “igual
a nosotros menos en el pecado” se sentirá abrumado por el dolor,
horrorizado por el sufrimiento, desfigurado por los padecimientos…
¡Así es ejemplo para todos los hombres!
¡Pensar como Dios! ¿Es posible? Si
creemos que fuimos creados a “imagen y semejanza”, no pensaremos
como Dios, pero sí más cercanos a su pensamiento manifestado por
Cristo en el Evangelio.
La cuestión es ser hijos de Dios y no
venderse al Diablo. Recuerden aquel filme mundialmente famoso, “por
un millón de dólares”, alquila para una noche el esposo a su
esposa, los dos de mutuo acuerdo. “¡Vender el alma al Diablo!”,
se dice con cinismo: “¡Quítate de mi vista, Satanás, que me
haces tropezar…!”.
- ¿Por cuánto nos vendemos nosotros?
- ¿No venderíamos por un millón de euros?
- ¿Nos vendemos por ciertas ventajas, favores, cargos o distinciones?
- ¿De qué le sirve a un sordo tener cien orquestas?
- ¿De qué le sirve al ciego tener todas las colecciones de pintura?
- ¿De qué le sirve al paralítico disponer de instalaciones deportivas?
El sordo, el ciego, el paralítico
cambiarían todo lo que tienen por recobrar el oído, la vista y las
piernas robustas y sanas. Ya lo dijo Jesucristo: “¿De qué te
sirve ganar el mundo si pierdes tu alma?”
Si prestamos oídos a Dios, en el
silencio profundo divino oiremos decirnos a Dios: “Yo no te cambio
a ti por nada”. Para Dios valemos tanto que para rescatarme de la
prisión de la muerte eterna y darnos la vida eterna, pagó nuestro
rescate con la vida de su Hijo.
No nos salgamos del camino trazado por
Cristo. San Pedro propuso un camino alternativo, pero al camino
trazado por Cristo no hay otro camino alternativo. “Nuestra vida
se desgasta y desvive día a día, en un flujo imparable hacia el mar
sin orillas de la muerte” ¡Nuestra ventaja! Que cada
día vivimos con Él en nuestro corazón y Él es nuestra orilla.