domingo, 29 de septiembre de 2013

la Homilía de Don Julián para el domingo 29 de septiembre de 2013

26 T.O. (29 Septiembre)

Lc 16, 19-31
¿Eres rico Epulón?
Dice el refrán: “El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra”. ¿Estamos tropezando constantemente en la piedra del egoísmo?
-       
  el cirujano tiene que manejar el bisturí, pero con cuidado pues si lo usa mal causa muertes.
-         el conductor de un tren lleva en sus manos las vidas de los que viajan en él.
-         el vigilante de una central nuclear, si no está atento puede causar una catástrofe incalculable.
-         el político que no es responsable lleva a una nación a la miseria.
¡Todos tenemos que estar muy atentos! Atentos a los que hacemos y a cómo vivimos. Atentos a si somos cuidadores de la vida o creadores de pobreza.
Los egoístas, los epulones de todos los tiempos están descritos en unas palabras de E. Hemingway:
Vivo en un vacío solitario, como un aparato de radio que tiene las baterías gastadas y no encuentra corriente a la que conectar”.
La corriente para el cristiano es Jesucristo, es el Evangelio. Quien se olvida de Cristo y de los prójimos necesitados, terminará en el “infierno” de vivir “un vacío solitario”, como un aparato de radio sin batería, o un móvil sin batería a la hora de una desgracia.
Murió, D. Reimigio, el rico del pueblo. Se presentó ante Dios, que viendo su vida terrena lo mandó al infierno. D. Remigio protestó:
-         ¿Me mandas al infierno por haber sido rico? ¿Son malas las riquezas?
-         ¡No! - le contestó Dios-. Las riquezas son buenas, pero la falta de amor sí es malo. La falta de amor, la falta de sensibilidad, la falta de buenos sentimientos para ver y atender a los que reclaman amor y atención. Te consideraste tan rico que hasta despreciaste a tu buena esposa.
¿Nos sucederá a nosotros lo mismo?
¿Oiremos a Dios decirnos?:
-         Me llamabas Señor, pero no me obedeciste.
-         Me llamabas Luz, pero preferías las tinieblas.
-         Me llamabas Camino, pero tú ibas a por otras sendas.
-         Me llamabas Padre, pero ignoraste mis consejos.
-         Me llamabas Dios, pero sólo adorabas las riquezas.

Aún estás a tiempo, no sigas tropezando en las mismas piedras. Mira a tu alrededor y pon un poco de tu vida en las personas y en lo que hagas, la vida que encontrarás en el Cielo es la que entregues aquí en la tierra.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Laicismo, fundamentalismo y libertad religiosa


las Homilías de Benedicto XVI

Hoy asistimos a dos tendencias opuestas, dos extremos igualmente negativos: por una parte el laicismo, que a menudo solapadamente margina la religión para confinarla a la esfera privada; y por otra el fundamentalismo, que en cambio quisiera imponerla a todos con la fuerza. En realidad, «Dios llama a sí a la humanidad con un designio de amor que, a la vez que, implicando a toda la persona en su dimensión natural y espiritual, reclama una correspondencia en términos de libertad y responsabilidad, con todo el corazón y el propio ser, individual y comunitario» (Mensaje, 8). Donde se reconoce de forma efectiva la libertad religiosa, se respeta en su raíz la dignidad de la persona y, a través de una búsqueda sincera de la verdad y del bien, se consolida la conciencia moral y se refuerzan las instituciones y la convivencia civil (cf. ib. 5). Por esto la libertad religiosa es el camino privilegiado para construir la paz.

Ángelus, Plaza de San Pedro, Sábado 1 de enero de 2011

miércoles, 25 de septiembre de 2013

¿Quien es para mi el Espíritu Santo.?

Las Homilías de Benedicto XVI

El Espíritu Santo sigue actuando con poder en la Iglesia también hoy y sus frutos son abundantes en la medida en que estamos dispuestos a abrirnos a su fuerza renovadora. Para esto es importante que cada uno de nosotros lo conozca, entre en relación con Él y se deje guiar por Él. Pero aquí surge naturalmente una pregunta: ¿Quién es para mí el Espíritu Santo? Para muchos cristianos sigue siendo el «gran desconocido». ”. […] En nuestra profesión de de fe proclamamos: «Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo» (Credo Niceno-Constantinopolitano). Sí, el Espíritu Santo, Espíritu de amor del Padre y del Hijo, es Fuente de vida que nos santifica, «porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado» (Rm 5, 5). Pero no basta conocerlo; es necesario acogerlo como guía de nuestras almas, como el «Maestro interior» que nos introduce en el Misterio trinitario, porque sólo Él puede abrirnos a la fe y permitirnos vivirla cada día en plenitud. Él nos impulsa hacia los demás, enciende en nosotros el fuego del amor, nos hace misioneros de la caridad de Dios.
Homilía, Mensaje para la XXIII Jornada Mundial de la Juventud, Lorenzago, 27 de julio de 2007

domingo, 22 de septiembre de 2013

Homilía de Don Julián del 22 de septiembre de 2013

25 T.O. (22 Septiembre)

Lc 16, 1-13
No se puede servir a dos…
La buena gente, que es la gran mayoría, se queda estupefacta cuando se destapan los “apaños” o corruptelas de altos cargos, públicos o de empresas privadas, que se fabrican esos “contratos blindados”.
No está mal querer ganar o querer aumentar lo que se tiene, la vergüenza está en hacerlo a costa del engaño y quitárselo a los demás. ¡Los sinvergüenzas viven a costa de los trabajadores y los trabajadores a costa de su trabajo!
SER SAGACES es bueno. Hacer el bien y hacerlo con inteligencia. Ya sabemos que se dice: “haz el bien y no mires a quién”, pero sí hay que mirar si el bien que hacemos hace bien o perjudica.
La sagacidad es fuerza para los que están derrotados sin ilusión, zarandeados por las adversidades, mirar por las rendijas y así escaparse de las desdichas.
El Evangelio de hoy no alaba las “corrupciones” del administrador, sino su sagacidad para salir de su adversidad.
Los judíos tienen un proverbio: “Todo hombre cree que tiene bastante inteligencia, pero que no tiene suficiente dinero”. Pero la verdad es que toda persona que es trabajadora e inteligencia, termina por tener dinero.
-         En los países sin muchos frigoríficos, la sabiduría se compara con la sal, sin la cual la carne se pudre.
-         En siná la sabiduría es comparable a un oasis en el desierto.
Donde no hay un mínimo de sabiduría, de inteligencia, de sagacidad… todo es desierto sin oasis y carne sin salar.
Es bueno que le digamos hoy a Dios que nos perdone por la falta de sagacidad para multiplicar los dones que Él nos  ha otorgado, mientras nos quitamos la vida por triplicar lo material.
-         ¡Perdón, Señor!
-         Porque nos fiamos más de los anuncios sagaces de la TV que de Ti.
-         Porque pocos se sienten amigos de los honrados pobres, y mucho sonríen con amigos ladrones.
-         Porque no valoramos la honradez, el trabajo y el pan amasado con esfuerzo y sudor
Un millonario está agonizando y ya no ve. Pregunta a su mujer:
-         Isabel, ¿estás aquí?
-         Sí querido
-         ¿Están también todos los hijos?
-         Sí, todos.
-         ¡Santo Cielo! y… ¿quién está cuidando hoy de nuestros negocios?

Así son los que sirven a dos señores. No están ni con Dios ni  con su negocio.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Contentarse con la vida que Dios nos ha dado

Un hombre rico y emprendedor se horrorizó cuando vio a un pescador tranquilamente recostado junto a sus barca contemplando el mar y fumando apaciblemente su pipa después de haber vendido el pescado.
-Por qué ? no has salido a pescar? le preguntó el hombre emprendedor.
-Porque ya he pescado bastante por hoy..¡ -respondió el apacible pescador.
-Por qué? no pescas más de lo que necesitas?
-Insistió el industrial.
-Y qué iba a hacer con ello? -preguntó a su vez el pescador.
-Ganarías más dinero. Fue la respuesta. podrías poner un motor nuevo que haría más potente a tu barca.
Y podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces. Ganarías lo suficiente para comprarte unas redes de nylon, con las que sacarías más peces y más dinero. Pronto ganarías para tener dos barcas. Y hasta una verdadera flota. Entonces serías rico y poderoso como yo.
-Y que haría entonces? -preguntó de nuevo el pescador.
-Podrías sentarte y disfrutar de la vida respondió el hombre emprendedor.
-Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento? -respondió sonriendo el apacible pescador.
¡eso es precisamente lo que hago!

Contentarse con la vida que Dios nos ha concedido es disfrutar la mayor de las riquezas.

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jueves, 19 de septiembre de 2013

DECÁLOGO DE LA CONVIVENCIA



-Aceptarás al prójimo como es, amándole con todos sus defectos.
-No tomarás en cuenta sus ingratitudes y desvíos
-No juzgarás su conducta a sus espaldas
-Interésate de contínuo por sus cosas.
-Alaba sus virtudes o cualidades en su ausencia, que pronto lo sabrá.
-Servirás al prójimo aunque sea un comodón.
-Agradecerás al otro sus pequeñas atenciones, tratando de hacérselas mayores tú.
-Estarás siempre alegre para alegrar a todos.
-Te gozarás con los triunfos del otro sin envidiarlos.
-Pide las cosas por favor. Y si haces algo mal, pide perdón.

(De www.javier)


martes, 17 de septiembre de 2013

El Paraguas


Al cabo de diez años de aprendizaje, Zenno creía que ya podía ser elevado a la categoría de maestro zen. Un día lluvioso, fue a visitar al famoso profesor Nan-in.

Al entrar en la casa de Nan-in, este preguntó:

- "¿Has dejado tu paraguas y tus zapatos del lado de afuera?"

- "Por supuesto", respondió Zenno. "Es lo que manda la buena educación. Actuaría de la misma manera en cualquier lugar."

- "Entonces dime, ¿pusiste el paraguas a la derecha o a la izquierda de tus zapatos?"

- "No tengo la menor idea, maestro."

- "El budismo zen es el arte de tener conciencia total sobre lo que hacemos", dijo Nan-in.

– "La falta de atención a los pequeños detalles puede destruir por completo la vida de un hombre. Un padre que sale corriendo de la casa puede olvidar un puñal al alcance de su hijo pequeño.

Un samurai que no mira todos los días su espada, terminará por encontrarla oxidada cuando más necesite de ella. Un joven que olvida llevarle flores a su amada va a terminar por perderla."

Y Zenno comprendió que aunque conociera bien las técnicas zen del mundo espiritual, había olvidado aplicarlas en el mundo de los hombres.


(de "Los cuentos que yo cuento")

domingo, 15 de septiembre de 2013

La homilía de Don Julián para el domingo 15 de septiembre

24 T.O. (15 Septiembre)

Lc 15, 1-10
Encontrar lo perdido
Dios siempre nos ama, pero ¿le amamos nosotros a Él? Quien ama busca lo amado, desde una persona a un ideal. Nuestros corazones andan más de lo deseado perdidos y Dios nos ilumina con su Amor para que lo encontremos. ¿Qué es una persona que ha perdido su corazón? ¡Una persona perdida!
Es una experiencia amarga y humillante que alguien sea señalado o le digan que “anda perdido”: ¡Ya no tienes solución, estás totalmente perdido! Es como si de pronto te despertaras y te vieras en la oscuridad de un profundísimo pozo en el que ya no tienes posibilidad de salir. Pero toda persona por “perdida” que se crea o la crean, tiene la posibilidad de “SALIR”, de SER ENCONTRADA, DE SER SACADA a la vida. ¿Qué hay que hacer?: “Padre, me siento hundido, sin fuerzas, esposado mi corazón al pecado, me pongo en tus manos”. Y ante esta sincera y humilde confesión, Dios le lanzará la cuerda de su Amor, su Perdón librará su corazón de los grilletes del pecado casi crónico y la alegría de Dios será tan inmensa que le dirá a los santos y a los mártires: “¡Felicitadme!” he encontrado a otro hijo que andaba perdido.
Dice San Agustín:
“Si temes la muerte, ama la vida.
Obrando mal no le agradas.
Dios no habita en un templo que amenaza ruina
ni entra en un templo sucio.
Pero gime ante él, para que se limpie;
gime ante él para que reconstruya lo destruido…
Él levantará lo que tú tiraste por el suelo.
Clama a Dios, clama interiormente…. clama
allí donde Él te oiga….”
Donde Dios te oye es en el silencio, en la humildad, en el arrepentimiento.
Dios lo ve todo
Dios lo perdona todo
pero si  se lo pedimos desde el arrepentimiento.
Una mujer fue al sacerdote de su parroquia y le comentó que creía y charlaba con Dios. El sacerdote no la creyó, pero le dijo:
-         Si es verdad, la próxima vez que lo vea pregúntele por mis pecados.
La señora volvió quince días después. El sacerdote le preguntó:
-         ¿Ha visto y hablado con Dios?
-        
-         ¿Y qué le ha dicho de mis pecados?
-         Ve y dile al Sacerdote que Dios olvida los pecados una vez confesados, y que le extraña que esto no lo sepa usted.
Dios perdona y olvida

Nosotros perdonamos, pero ¿podemos olvidar?

miércoles, 11 de septiembre de 2013

LO MEJOR ESTA POR VENIR...




Todo hombre tiene momentos de entusiasmo. Algunos lo poseen por treinta minutos, otros por treinta días, pero el que lo posee por treinta años es el que triunfa en la vida.

Mire siempre delante y hacia las alturas. Sus mayores contribuciones hacia la vida, sus mejores entregas, sus mejores cuidados, lo mejor de su amor, ¡aún está por darse!

domingo, 8 de septiembre de 2013

La homilía de Don Julián para el domingo 8 de septiembre

23 T.O. (8 Septiembre)

Lc 14, 25-33
Dejarlo todo para ganar a Jesús.
“El que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío…”
Lo que Jesús nos propone es que para seguirle a Él nuestro corazón debe tenerle a Él como el mayor tesoro, como el principal bien. Si los bienes materiales le impiden a un bautizado ser buen cristiano, debe desprenderse de ellos o someterlos a su condición de cristianos.
¿Y los ricos, qué?
San Pedro Damiani dice que los ricos que dan limosna no dan de lo suyo, sino que devuelven lo ajeno, y un cardenal decía que los ricos pueden ser tolerados en la iglesia con tal de que sirvan a los pobres.
¿Exageraban? Creo que un poco sí. Si un cristiano es rico y vive su cristianismo sabrá muy bien el uso que le da a la riqueza. El modelo puede ser Zaqueo o José de Arimatea.
¿Se pasa el Señor en sus exigencias para ser discípulo suyo? ¡No! Él pide a cada uno lo que sabe que esa persona puede dar. El ser cristiano no es ser atleta de Juegos Olímpicos para ganar el primer puesto. Las exigencias que Cristo nos pide es la de intentar ser buenos cada día. Nos pide esfuerzos, pero para ser mejores en el día a día.
La cruz de cada día.
Pero la cruz como manantial de vida.
En la primera guerra mundial vivía en Roma el escultor bohemio J. Weirich. Quiso expresar la oposición que había entre cruz y vida. Así que hizo dos esculturas que puso una enfrente de otra: La Navidad y la Piedad. La Navidad era una Virgen sana, con fuerza, que mostraba a su niño lleno de vida. Los ojos de la Virgen brillaban de felicidad y esperanza. La Piedad expresaba lo contrario. El cuerpo muerto de Jesús yacía sobre las rodillas de su Madre Dolorosa. La Virgen con los ojos bajos, no se atrevía a mirar hacia adelante, como si no hubiese futuro.
A este escultor le faltaba una tercera imagen. Cristo en la mañana de Pascua presentándose ante su Madre. Jesús resucitado es el Horizonte iluminado que jamás el hombre había soñado.
Yo les invito a ustedes que los cristianos del siglo XXI seamos esculturas vivientes de las que se olvidó Weirich. Cristianos que son en el mundo la sonrisa de Dios, la Resurrección de Cristo, la vitalidad y ánimo del Espíritu Santo.

Recordemos que Cristo no se quedó muerto en las rodillas de la Virgen María, sino que resucitó y ahora quiere que nosotros seamos imágenes de su vida.

jueves, 5 de septiembre de 2013

La verdadera alegría no es un simple estado de ánimo

Homilías de Benedicto XVI
«Gaudete in Domino semper» —escribe san Pablo—. «Alegraos siempre en el Señor» (Flp 4, 4). La verdadera alegría no es fruto del divertirse, entendido en el sentido etimológico de la palabra di-vertere, es decir, desentenderse de los compromisos de la vida y de sus responsabilidades. La verdadera alegría está vinculada a algo más profundo. Ciertamente, en los ritmos diarios, a menudo frenéticos, es importante encontrar tiempo para el descanso, para la distensión, pero la alegría verdadera está vinculada a la relación con Dios. Quien ha encontrado a Cristo en su propia vida, experimenta en el corazón una serenidad y una alegría que nadie ni ninguna situación le pueden quitar. San Agustín lo había entendido muy bien; en su búsqueda de la verdad, de la paz, de la alegría, tras haber buscado en vano en múltiples cosas, concluye con la célebre frase de que el corazón del hombre está inquieto, no encuentra serenidad y paz hasta que descansa en Dios (cf. Confesiones, I, 1, 1). La verdadera alegría no es un simple estado de ánimo pasajero, ni algo que se logra con el propio esfuerzo, sino que es un don, nace del encuentro con la persona viva de Jesús, de hacerle espacio en nosotros, de acoger al Espíritu Santo que guía nuestra vida.
Ángelus, Plaza de San Pedro, 11 de diciembre de 2011

martes, 3 de septiembre de 2013

ES BUENO SABER

Es bueno saber que hay hombres de ciencia, pero es mejor que seamos hombres y mujeres de conciencia.

Es bueno saber lo que tenemos que hacer, pero es mejor hacer lo que debemos hacer.

Es bueno hacer planes y fijarse un propósito, pero es mejor llevarlos a cabo.

Es bueno desear el éxito pero es mejor realizar las cosas necesarias para lograrlo.

Es bueno hacer promesas, pero es mejor cumplirlas.

Es bueno tener dig
nidad, pero es mejor no pisar la de otros.


Es bueno tenerlo todo, pero es mejor compartir con el que no tiene nada.

Es bueno saberse amado y comprendido, pero es mejor amar y comprender.

Es bueno procurar no fracasar, pero es mejor ayudar al fracasado.

Es bueno buscar la verdad, pero es mejor hablar siempre con ella o él.

Es bueno tener fe, pero es mejor sembrarla en los que aún no conocen a Dios.

¡Pero hazlo ya porque el tiempo pasa! 

domingo, 1 de septiembre de 2013

La Homilía de Don Julián para el domingo 1 de septiembre

22 T.O. (1 Septiembre)

Lc 14, 1. 7-14
¡Mira qué asiento ocupas!
“… cuando te conviden a una boda no te sientes en el principal puesto… todo el que se enaltece será humillado…”.
En la vida nos encontramos con personas y situaciones ridículas, pero ridículo y de pena es ver a una persona que se cree más que los demás o con derecho a sobresalir por encima del resto. ¡Son pura hojarasca! y además lame cargos.
Sentado en su nueva oficina, un abogado recién graduado esperaba su primer cliente. Al escuchar que la puerta se abría, rápidamente levantó el teléfono para hacer creer que estaba muy ocupado. El visitante pudo escuchar al joven abogado decir:
-“Manuel, volaré a Nueva York para ver si resuelvo el caso del cliente aquel. Parece que esto va a ser algo grande y más difícil de lo que pensábamos. También necesitamos traer al experto americano, Mr. Craig, para que nos dé su opinión sobre este asunto tan importante”. Y, de pronto, interrumpió su presunta conversación con estas palabras:
-“Manuel, perdona, espera un momentito porque alguien acaba de llegar”. Y cortó.
Dirigiéndose entonces al hombre que acababa de entrar, preguntó el abogado: -“Bien, ¿en qué puedo ayudarle?”. Con una gran sonrisa, entre pícara y maliciosa, el hombre contestó: -“Yo sólo he venido a instalar el servicio a su teléfono, señor”.
¡Vaya chasco, amigo! Quiso ser como el pavorreal y se quedó “haciendo el oso”. ¡Qué estúpida es la vanagloria y cuán necio el deseo de impresionar a los demás! Muchas gentes del mundo tratan de “apantallar” a sus semejantes con supuestas obras grandiosas y fingen ser lo que no son; se cubren el rostro con una máscara de catrín y pretenden pasar por gente “importante”. Pero, en realidad, sólo se engañan a sí mismos y terminan haciendo el ridículo, como los comediantes o los actores de una pantomima. (¿Máscara o Pavorreal? es.catholic.net)
La sencillez y la humildad hacen grande a cualquier persona. Los que van por la vida pavoneándose, pisando para sentarse en los primeros puestos son como los que describe Tagore:
-         “Protegí contra el viento la lámpara, cubriéndola con mi manto, pero la llama se apagó”.
-         Estreché la flor contra mi pecho, deseoso de amor y la ajé sin querer.
-         Estreché el agua para que sólo fuese para mí y se me secó la fuente.
-         Quise tocar una nota que mi carca no alcanzaba y se me rompió la cuerda.

Estos nunca se exigen nada a ellos, pero exigen todo a los demás, y así van apagando llamas, aplastando rosas, los manantiales los convierten en ciénagas y rompiendo las cuerdas de las arpas. Quizás en su locura por destacar, se digan: ¡Si no sé yo tocar el arpa que no pueda tocar nadie!