26 T.O. (29 Septiembre)
Lc 16, 19-31
¿Eres rico Epulón?
Dice el refrán: “El
hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra”.
¿Estamos tropezando constantemente en la piedra del egoísmo?
-
el conductor
de un tren lleva en sus manos las vidas de los que viajan en él.
-
el vigilante
de una central nuclear, si no está atento puede causar una catástrofe
incalculable.
-
el político que
no es responsable lleva a una nación a la miseria.
¡Todos tenemos que estar muy atentos! Atentos a los que
hacemos y a cómo vivimos. Atentos a si somos cuidadores de la vida o creadores
de pobreza.
Los egoístas, los epulones de todos los tiempos están
descritos en unas palabras de E. Hemingway:
“Vivo en un vacío
solitario, como un aparato de radio que tiene las baterías gastadas y no
encuentra corriente a la que conectar”.
La corriente para el cristiano es Jesucristo, es el
Evangelio. Quien se olvida de Cristo y de los prójimos necesitados, terminará
en el “infierno” de vivir “un vacío solitario”, como un aparato de radio sin
batería, o un móvil sin batería a la hora de una desgracia.
Murió, D. Reimigio, el rico del pueblo. Se presentó ante Dios,
que viendo su vida terrena lo mandó al infierno. D. Remigio protestó:
-
¿Me mandas al infierno por haber sido rico? ¿Son malas
las riquezas?
-
¡No! - le contestó Dios-. Las riquezas son buenas, pero
la falta de amor sí es malo. La falta de amor, la falta de sensibilidad, la
falta de buenos sentimientos para ver y atender a los que reclaman amor y
atención. Te consideraste tan rico que hasta despreciaste a tu buena esposa.
¿Nos sucederá a nosotros lo mismo?
¿Oiremos a Dios decirnos?:
-
Me llamabas Señor, pero no me obedeciste.
-
Me llamabas Luz, pero preferías las tinieblas.
-
Me llamabas Camino, pero tú ibas a por otras sendas.
-
Me llamabas Padre, pero ignoraste mis consejos.
-
Me llamabas Dios, pero sólo adorabas las riquezas.
Aún estás a tiempo, no sigas tropezando en las mismas
piedras. Mira a tu alrededor y pon un poco de tu vida en las personas y en lo
que hagas, la vida que encontrarás en el Cielo es la que entregues aquí en la
tierra.