domingo, 17 de febrero de 2013

LA IGLESIA Y EL SIDA

Una buena amiga, residente en Manzanares (Ciudad Real) ha tenido a bien enviarme este artículo que escribió Luis María Ansón y que fue publicado el 2 de abril de 2009.
Me ha parecido muy interesante y lo transcribo íntegro tal cual me ha llegado, pues no soy nadie para enmendar ni una sola letra al prestigioso periodista y académico.


Luis María Ansón escribió:
"ALLI donde hay un hospital dedicado al sida, lo mismo en África que en Asia o Iberoamérica, también en Europa, son monjas y curas católicos los que están a pie de cama para atender a los enfermos. He recorrido en trabajo profesional más de cien países. En las leproserías de todo el mundo, en los asilos de ancianos terminales, en los hospitales para enfermos infecciosos, sólo se encuentra uno con misioneras y misioneros católicos. Esa es la escueta verdad. Nunca me he tropezado en esos lugares con un comunista militante, con uno de esos manifestantes que vociferan contra la Iglesia. Los misioneros y misioneras permanecen al margen de las pancartas y los sermones 
políticos. Derraman su amor sobre los leprosos, los sidosos, los 
enfermos terminales, los ancianos sin techo, los desfavorecidos y d
esamparados. 


Aún más, todos los profesionales del periodismo sabemos que cuando 
estalla una tragedia del tipo que sea en el tercer mundo, 
encontraremos información certera en la misionera o el misionero 
españoles, que ejercen su ministerio en los lugares más 
miserables.Nunca fallan, esa es la realidad. 


José Luis Rodríguez Zapatero, para dar una lección a la Iglesia 
Católica, ha decidido obsequiar a África con un millón de 
preservativos pagados a través de los impuestos con los que sangra a 
los ciudadanos españoles. ¿A cuántos militantes del PSOE, encabezados 
por Bibiana Aído, va a enviar para que se instalen durante diez años 
en los hospitales especializados en sida, para que convivan con los 
enfermos, les atiendan, les den de comer, les limpien, les acompañen?. 


El Papa ha instalado en el África enferma a muchos millares de monjas 
y curas, de misioneros y misioneras. Obras son amores. Esa es la 
diferencia entre los que vociferan y los que derraman cariño y 
atenciones. 


Conocí en enero de 1967, cuando carecía de la celebridad que adquirió 
posteriormente, a Teresa de Calcuta. Pasé un día con ella visitando 
sus hangares para enfermos terminales. Escuché con atención lo que me 
decía. Fue una lección de quién sabía mejor que nadie en qué consisten 
las tierras duras del hambre, el mundo de los desfavorecidos 
profundos. Supe que estaba hablando con una santa. Y así lo escribí. 

Pues bien, en el cuerno africano, en las ciudades estercoleros de 
África, en los pueblos escombreras de Asia, en las favelas brasileñas 
o en las villamiserias peruanas, trabajan para los más pobres, para 
los más desfavorecidos, millares y millares de teresitas de Calcuta. 
El Papa cree que la mejor forma de combatir el sida en África es la 
monogamia y la fidelidad. No ha tenido en cuenta lo estupendas que 
están las negritas y lo difícil que tiene que ser, ante el espectáculo 
de tanta belleza y atractivo, que los negros politeístas y polígamos 
practiquen la virtud de la monogamia. Pero ironías aparte, quienes 
combaten el sida en África, quienes atienden a los enfermos son las 
misioneras, los misioneros católicos. Escuché en una tertulia de radio 
a un simpático homosexual cebarse con el Papa y despotricar contra la 
Iglesia. Se me ocurrió aclararle: «Dicen que el sida está 
especialmente extendido entre los homosexuales aunque afecte ya a los 
heterosexuales. Seguro que tú nunca te pondrás enfermo. Pero ten por 
seguro que, si así fuera, quien te atenderá con amor y dedicación en 
el hospital será una monja católica». Se quedó callado como una puta 
el simpático gay y los tertulianos se apresuraron a cambiar de tema. 


Luis María Ansón es miembro de la Real Academia Española"