¡Feliz
Pascua de Resurrección!
Recordemos las
palabras que una muchacha alemana cosió en una tela:
He sido bautizada.
Aun simuero, ¿cómo puede el sepulcro frio hacerme daño? Conozco a mi patria y
mi herencia, que tengo con Dios en el cielo. Después de morirme, hay preparado
para mí la alegría del cielo y la túnica de gloria. He sido bautizada. Estoy en
alianza por mi bautismo con mi Dios. Así digo yo siempre con labios contentos.
En cruces, tribulaciones, problemas y necesidades: He sido bautizada. Me alegro
en eso. La alegría se queda para siempre.
La muchacha
alemana que cosió esas palabras vivió en Pensilvania con su familia inmigrante,
hacia el fin del siglo dieciocho.
En la misa de
hoy tú y yo tenemos la oportunidad de renovar nuestro bautizo. Por el bautismo
hemos recibido una patria, una herencia, una alianza con Dios. No importa la
prueba o tribulación que enfrentamos, esa alegría se queda.
El doctor
Felipe Cary, profesor de Universidad Eastern, hizo una comparación para explicar
cómo la resurrección trae el perdón de los pecados. El doctor Cary contó sobre
una niña que empujo a su hermano, causándole daños en el cuello. Todo el día y
toda la noche se la pasó pensando en lo que había hecho, tenía miedo. ¿Qué
temía? No tanto que la castigaran. Aceptaría cualquier castigo. Lo que temía
era que su padre le diría que ya no era su hija. Cuando ella entró al cuarto, vio
algo glorioso. Su hermano estaba sentado el lado de su padre y le dijo “hermana”.
Y escuchó a su padre decir, “hija mía”.
Tendría que
recibir algún castigo por lo que hizo. Pero ahora tiene una alegría que nadie
puede quitarle. Algo semejante – pero infinitamente mayor – ha sucedido a causa
de la resurrección de Jesús de la muerte. Jesús llevo todas nuestras maldades a
la cruz. Murió a causa de nuestros pecados. Pero ahora vive – y tenemos el
perdón por su Nombre.
En la primera
homilía de Pascua, Pedro aclara que tenemos perdón solamente por la muerte y
resurrección de Jesús. Cuando la gente le pregunta, ¿Qué tenemos que hacer? El
responde claramente, "Arrepentíos, y que cada uno se haga bautizar en el
Nombre de Jesús." (Hechos
2:38)
Proclama tu fe
en el Dios verdadero. En su nombre – Padre, Hijo y Espíritu Santo – has sido bautizado.
Todavía tendremos pruebas, pero hemos recibido una alegría que nadie nos puede
quitar.
He sido bautizado. Me alegro en eso. La alegría se queda para siempre. P. Felipe Bloom