domingo, 27 de marzo de 2016

La homilía de D. Julián para el Domingo de Resurrección



¡Feliz Pascua de Resurrección!
Recordemos las palabras que una muchacha alemana cosió en una tela:
He sido bautizada. Aun simuero, ¿cómo puede el sepulcro frio hacerme daño? Conozco a mi patria y mi herencia, que tengo con Dios en el cielo. Después de morirme, hay preparado para mí la alegría del cielo y la túnica de gloria. He sido bautizada. Estoy en alianza por mi bautismo con mi Dios. Así digo yo siempre con labios contentos. En cruces, tribulaciones, problemas y necesidades: He sido bautizada. Me alegro en eso. La alegría se queda para siempre.
La muchacha alemana que cosió esas palabras vivió en Pensilvania con su familia inmigrante, hacia el fin del siglo dieciocho.
En la misa de hoy tú y yo tenemos la oportunidad de renovar nuestro bautizo. Por el bautismo hemos recibido una patria, una herencia, una alianza con Dios. No importa la prueba o tribulación que enfrentamos, esa alegría se queda.
     
¿De dónde viene la alegría del bautismo? San Pedro declara el gran motivo para la alegría: "Quien cree en Él recibe por su Nombre el perdón de los pecados."
El doctor Felipe Cary, profesor de Universidad Eastern, hizo una comparación para explicar cómo la resurrección trae el perdón de los pecados. El doctor Cary contó sobre una niña que empujo a su hermano, causándole daños en el cuello. Todo el día y toda la noche se la pasó pensando en lo que había hecho, tenía miedo. ¿Qué temía? No tanto que la castigaran. Aceptaría cualquier castigo. Lo que temía era que su padre le diría que ya no era su hija. Cuando ella entró al cuarto, vio algo glorioso. Su hermano estaba sentado el lado de su padre y le dijo “hermana”. Y escuchó a su padre decir, “hija mía”.
Tendría que recibir algún castigo por lo que hizo. Pero ahora tiene una alegría que nadie puede quitarle. Algo semejante – pero infinitamente mayor – ha sucedido a causa de la resurrección de Jesús de la muerte. Jesús llevo todas nuestras maldades a la cruz. Murió a causa de nuestros pecados. Pero ahora vive – y tenemos el perdón por su Nombre.
En la primera homilía de Pascua, Pedro aclara que tenemos perdón solamente por la muerte y resurrección de Jesús. Cuando la gente le pregunta, ¿Qué tenemos que hacer? El responde claramente, "Arrepentíos, y que cada uno se haga bautizar en el Nombre de Jesús." (Hechos 2:38)
Proclama tu fe en el Dios verdadero. En su nombre – Padre, Hijo y Espíritu Santo – has sido bautizado. Todavía tendremos pruebas, pero hemos recibido una alegría que nadie nos puede quitar.
He sido bautizado. Me alegro en eso. La alegría se queda para siempre. P. Felipe Bloom

viernes, 25 de marzo de 2016

La homilía de Don Julián para el Viernes Santo




La Hora de la Divina Misericordia

Jesús es como un árbol fuerte que sobrevive a un huracán mientras los otros se caen.

Solamente aquel árbol experimentó la plena violencia de la tormenta. Así es nuestro sumo sacerdote. Así San Juan lo presenta. Jesús dice a Pilatos, "No tendrás ninguna autoridad sobre mí, si no te hubieran dado de lo alto." De hecho Pilatos caería tan pronto como subió. (Josefo escribe que el emperador le quitó después de una masacre no justifi-cada de samaritanos.) Jesús sabía que los que le perseguía iban a pasar de la escena, pero que Él duraría para siempre.

Acabamos de escuchar a la Pasión. Para nosotros como cristianos es el evento más importante dentro de la historia humana  el día cuando Jesús llevó nuestros pecados a Calvario. Para nosotros como católicos esto no es solamente un evento pasado, sino algo que experimentamos cada vez que venimos a la misa. ¿Has notado como el sacerdote siempre consagra el pan y el vino aparte? El pan viene a ser el Cuerpo de Cristo y el vino su Preciosa Sangre. Cuando la sangre está separada del cuerpo, significa la muerte. Venir a la misa es como estar al pie de la cruz, mientras la Sangre de Cristo está derramada por nosotros. Pero no estamos solos. Nos unimos con la Virgen Madre, Santa María Magdalena y Juan, el discípulo querido, y todos los ángeles y santos.

La Conversión de Barrabás

La Pasión contiene tantos detalles que jamás se puede agotar. Por ejemplo, cuenta de un hombre condenado y luego libertado a causa de Jesús. Nos hemos unido a la muchedumbre pidiendo que Pilato lo soltara a él, no a Jesús, “¡No, a ése no! ¡A Barrabás!”

A pesar de los libros y películas sobre él, no sabemos qué pasó con Barrabás. Pero es parte de La Pasión del Cristo. Fue presentado como alguien que sabía lo que estaba preparado para él, pero era tan orgulloso que no iba a pedir clemencia a nadie. De repente, sin hacer nada, está libre. Inflado por su buena suerte, da una mirada de burla a las autoridades y luego a la muchedumbre. Finalmente mira a Jesús y...

Pedro Sarubbi, el intérprete de Barrabás, cuenta que algo raro le sucedió en aquel momento. “¿Qué me sucedió cuando miré a Jesús? Nunca había experimentado tal cosa en todos mis años como actor.” Sarubbi había buscado algo durante su vida, incluso pasó seis meses en un monasterio de Tibet. Ahora dice, “He alcanzado el fin de mi búsqueda en Jesús.”

Pues, el hombre que interpretó a Jesús era un ser humano como tú y yo. Pero todos los días, durante la filmación de La Pasión asistió a la misa y comulgó. Jesús estaba en él y logró la conversión de un Barrabás moderno. Dijo Sarrubi, “Hago todo lo posible para que esos ojos sigan siendo importantes para mí”.

Que sea así con nosotros también -  especialmente en la tarde en que adoramos la Santa Cruz – y recordamos a El que nos libró de la condenación.

jueves, 24 de marzo de 2016

La homilía de Don Julián para el JUEVES SANTO




Su nombre es Rosalinda Moss y fue criada en un hogar judío practicante. Con gran emoción ella cuenta sobre como su familia cada año celebraba la Pascua - recordando como Dios los salvo de la opresión terrible de Egipto y los llevo por el desierto hasta la Tierra Prometida. Describe la preparación de comida pascual, especialmente el cordero. Cuando se escucha a Rosalinda Moss, se da cuenta que los rituales descritos en la primera lectura continúan hasta hoy día en hogares judíos.

Como adulta Rosalinda Moss hizo un descubrimiento dramático. Leía como los Hebreos habrían recibido el perdón de los pecados. Cada año, ponían sus manos sobre un cordero, para transmitir simbólicamente sus pecados al animal. Después de leer los pasajes del Antiguo Testamento sobre el cordero de sacrificio, leyó solamente un versículo del Nuevo Testamento, el versículo donde Juan el Bautista indica a Jesús y dice, "Este es el Cordero de Dios." Después de mucha oración y estudio, ella acepto a Jesús como el verdadero Cordero Pascual.

Durante dieciocho años Rosalinda Moss siguió a Jesús como cristiana evangélica. No obstante, iba a tener una conversión más profunda cuando escucho a un hombre llamado Scott Hahn. El Doctor Scott Hahn era un ministro protestante que se convirtió a la fe católica. En una de sus charlas, subrayo algo que muchos estudiosos bíblicos no ven: "El sacrificio pascual," dijo, "no está completado hasta comer el cordero."

"Pues, por supuesto," pensó Rosalinda, "hay que comer el cordero pascual." Esa pista le hizo averiguar lo que la Iglesia Católica enseña sobre la Eucaristía: que es un banquete sagrado en que recibimos el Cuerpo y la Sangre, Alma y Divinidad de Jesús. Por la gracia de Dios tuvo deseo ardiente para recibir la Eucaristía. Lo hizo en 1995 durante la Vigilia Pascual, cuando hizo su profesión de fe como católica.

Cuando leo el relato inspirador de Rosalinda Moss y otros convertidos, me pregunto cuanto nosotros los católicos presumimos sobre el gran don que recibimos en la Eucaristía. Esta noche celebramos la Misa de la Ultima Cena. En la conclusión de la misa, tendremos una procesión con el Santísimo Sacramento. Al final pondremos a Nuestro Señor Eucarístico sobre un altar lateral. Parece increíble que el Dios que hizo el cosmos entero, se presente en la forma humilde de pan. Quizás por eso Jesús, en la Ultima Cena, hizo el acto de humildad en lavar los pies para prepararlos para la humildad mayor de ser Cordero Pascual. Que su humildad nos inspire con mayor devoción y amor para El. Como decimos en el himno Pange Lingua: Canta lengua jubilosa, el misterio del altar, De la sangre generosa y del cuerpo que es manjar; Los dio el Rey de las naciones, para el mundo rescatar.

domingo, 20 de marzo de 2016

La Homilía de Don Julián para el Domingo de Ramos


¿Qué encontró Jesús cuando entró en Jerusalén?

Encontró un pueblo de personas buenas. Ancianos, jóvenes y niños que le aclamaban y le cantaban saludos mesiánicos. Personas sencillas y corazones que acogen a Cristo como esperanza de Israel. Todas las profecías y promesas hechas a Abraham, a Moisés, a David… todo el Antiguo Testamento afloraron en este domingo de Ramos. Ese pueblo bueno son hoy todos los cristianos del mundo entero y las personas de buena voluntad.

¡Dios nunca defrauda! ¡Todos lo sabemos! Por eso salimos a su encuentro y lo proclamamos Señor y Maestro nuestro. ¿Qué nos trae Jesús? Lo que sólo Él nos podía traer y ofrecer: El perdón de los pecados. Él se va a enfrentar en el Huerto de Getsemaní y en la Cruz a las fuerzas del infierno, y saldrá vencedor. Y su victoria la compartirá con cada uno de nosotros.

Pero una mínima parte de ciudadanos se opusieron a Él, y siguen oponiéndose hoy. Son los que desde la política, los medios de comunicación o modas quieren seducir al pueblo a caminos ateos y por eso ordenan, como entonces ordenaron, que los cristianos no griten, esconden su fe, no salgan de los templos.

Pero Jesús dijo, y sigue diciendo: “Si ellos callán, las piedras hablarán”. ¿Es que le tienen envidia a Jesús? ¿Es que ellos quieren ser dioses exclusivos y dominantes del pueblo?

¡Qué espectáculo tan hermoso! Los cristianos con palmas en sus manos. La palma es el signo de la victoria, la palma es signo del martirio, pero un martirio que termina en victoria, la vida eterna. Quien toma su palma y sigue a Cristo está diciendo que está dispuesto a pasar por donde Cristo pasó.

Durante la Revolución Francesa, un alto directivo quería fundar una nueva religión con el nombre de Filantropía. Se quejó al ministro de estado de los pocos adeptos que lograba. El ministro le dijo: “Haga usted algunos milagros, déjese matar un viernes, sea sepultado y resucite al tercer día, y verá usted como entonces sí consigue seguidores”.

Los cristianos no vamos tras una Religión o congregación de tal o cual fundador. Seguimos a Jesús que es Hijo de Dios, que por amor carga con todos nuestros pecados y se hace camino que conduce a la Vida Eterna.

- ¿Te sientes discípulo de Jesucristo?

- ¿Proclamas a Cristo como tu Dios y Salvador?

sábado, 19 de marzo de 2016

La Homilía de Don José para la festividad de San José


¿Es importante san José en la Historia de la Salvación? A excepción de la Virgen María, a nadie se le encomendó una misión de tanta importancia como la que Dios le confió a san José: ¡Hacer las veces de padre de Jesús, el Hijo de Dios, el Salvador!
La vida de san José hay que mirarla y entenderla a la luz de lo que Dios le pidió: ser esposo de la Virgen María y hacer las veces de padre de Jesús. Tenía que ser un hombre lleno de virtudes, pero sencillo y silencioso, es decir, de vida interior.
“Toda la gloria y la felicidad de san José consistió en haber sabido entender la voluntad de Dios y en haberla llevado a cabo fielmente hasta el final”.
¡Cuánto pueden los “padres” de hoy aprender de san José! ¿Qué es un padre sin virtudes sanas que ofrecer a sus hijos? ¿Qué es un padre que carece de sencillez para inculcar a en sus hijos? ¿Qué es un padre que no sabe meditar los acontecimientos familiares y sólo después de un previo silencio, sabe marcar metas y rumbos a sus hijos? ¡No es lo mismo ser procreador que ser padre!
A muchos padres habría que preguntarles, ¿Sabe usted a donde va siendo el padre que es?
Cuentan de Chesterton que era muy despistado. En una ocasión, viajando en tren, el revisor le pidió el billete. Él comenzó a buscarlo por todos los bolsillos y no lo encontraba. Se iba poniendo cada vez más nervioso. Entonces el revisor le dijo: “Tranquilo, no se inquiete, que no le haré pagar otro billete: “No es pagar lo que me inquieta – repuso Chesterton- lo que me preocupa es que he olvidado a dónde voy”.
San José debe ser para los padres ejemplo de virtudes, tales como: Obediencia a Dios, fe, esperanza, laboriosidad y fortaleza para cumplir las obligaciones. ¡Ser fuertes! Los padres tienen que ser fuertes para no ceder ante el cansancio o la comodidad ante los caprichos propios de los hijos.
Colaborar con Dios, y colaborar bien, para no estropear la hermosa obra de Dios. "Si un hombre es barrendero, tendría que barrer las calles como pintaba Miguel Ángel, como componía Beethoven, como escribía Shakespeare", dice un autor moderno. Se debe trabajar con amor. "Trabajar con amor es tejer la tela con hilos de vuestro corazón, como si el ser amado fuera a usar esa prenda de vestir. Es arrojar semillas de ternura, y cosechar con alegría, como si el ser amado fuera a comer ese fruto. Es impregnarlo todo de amor" (K. Gibrán). La fiesta de hoy nos señala a todos a San José, obrero. ¡La Obra Bien Hecha! ¿Alguien puede imaginarse a San José haciendo "chapuzas"? Realizaría tareas sencillas, pero pondría toda su alma en hacer las cosas bien. No haría cosas extraordinarias, pero lo ordinario lo haría extraordinariamente.

domingo, 13 de marzo de 2016

La homilía de Don Julián para el domingo 13 de marzo

¡Jesús no acusa, salva! Jesús no vino a condenar, sino a salvar. Nosotros, pecadores, acusamos, juzgamos a los demás. Jesús, que no conoció el pecado, ni juzga ni condena: ¡Salva! ¿Cómo somos tan caraduras de lanzar piedras contra nadie, si nosotros somos tan pecadores como el que más? "…el que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra".

Incluso si estuviésemos libres de pecado, nuestra condición de hijos de Dios y por ser cristianos, no es condenar, juzgar o criticar, sino ayudar al caído a levantarse. Los cristianos tenemos que ser colaboradores de Cristo que acoge y salva y no rechaza o condena.


Tolstoi narra en uno de sus cuentos la historia de un zapatero que, regresando a su casa una noche, encontró un andrajoso desconocido. Lo llevó a su casa y su mujer lo recibió con muy malos modos. Cuanto peor trato le daba la mujer, más pequeño se hacía el pobre desconocido. Cuando la mujer empezó a tratarlo bien y a ofrecerle comida, el pobre empezó a crecer en tamaño y hermosura. Explica Tolstoi que el desconocido era un ángel que había caído del cielo, y que por eso no podía vivir más que en una atmósfera de bondad y de amor.

Somos muy dados a juzgar y a condenar, en vez de tratar a todos con respeto y ayuda. El distintivo del cristiano es el Amor, porque Dios es amor. La fuerza del amor es insospechada.

- ¿Nos dejamos cautivar por el Amor de Dios?

- ¿Miramos a los demás con comprensión?

- ¿Amamos al pecador aunque odiemos el pasado?
Jesús escribía en el suelo mientras los demás juzgaban a la adúltera y quería lapidarla. ¿Qué escribía? Según algunos padres de la Iglesia, escribía los pecados de los allí presentes y acusadores. Eso los hizo avergonzarse de sus pretensiones, de sentirse superiores o mejores que aquella mujer pecadora. Si tú eres pecador, ¿por qué acusas o juzgas a los demás de pecadores?


¡Cuántas piedras lanzan contra la Iglesia o miembros de Ella! Pero, esos que la apedrean ¿son mejores que los cristianos que forman la Iglesia? Si no son mejores, ¿cómo se atreven a apedrearla? Y si son tan buenos y comprensivos, ¿por qué no intentan ser ejemplos en vez de lapidadores?

El cristianismo no crea trincheras ni lanza piedras, sino que extiende su mano para ayudar a levantarse al caído

domingo, 6 de marzo de 2016

La homilía de Don Julián para el domingo 6 de marzo


¡El Padre misericordioso! El Padre que todo lo perdona. Dios siempre está esperándonos con los brazos abiertos.

El hijo que nos presenta el Evangelio de hoy, usó mal y abusó del amor y de la libertad que el padre, en nuestro caso, Dios, nos da. Dios nos da libertad para optar por el amor o rechazarlo. Rechazar el amor es abandonar a Dios e irnos al despilfarro y derroche de lo que somos, perder la imagen y semejanza a la que fuimos creados hasta caer en convivencia con los cerdos.

El hijo abandonó, se alejó rechazó el amor que tenía y gozaba junto a su padre, pero el padre no menguó su amor por el hijo. Su Amor y Perdón tenían la puerta abierta para cuando el hijo quisiera regresar.

- ¿Valoramos el amor y la misericordia de Dios nuestro Padre?

- ¿Qué hacemos cuando el pecado nos aleja de Dios?

- ¿Confiamos en el Amor y perdón de Dios?

 Quizás deseamos superar nuestros defectos, acercarnos a Dios, pero, ¿tenemos la fuerza de voluntad y propósito firme para cambiar?

Un hombre fue a confesarse y le pidió al confesor que le pidiera a Dios por él, para alejarse del pecado. El sacerdote se lo prometió y así lo hizo. Semanas después el hombre seguía pecando y le dijo al confesor que sus oraciones no servían de nada. Entonces el sacerdote le dijo:

- Ven y ayúdame a levantar aquel costal de trigo que se ha caído de la mula. Cogió el hombre por un lado y el sacerdote por el otro.
 
Pero cuanto más tiraba el pecador para arriba, más tiraba el sacerdote para abajo. El pecador dijo enfadado:

- ¡Así no lo podemos levantar! Yo tiro para arriba y usted para abajo.

- Pues esto es lo que haces tú – dijo el sacerdote. Cuando yo le pido a Dios que te ayude a levantarte de tus pecados, tú sigues tirando hacia abajo.

- ¿Hacemos nosotros lo mismo?

- ¿Le ayudamos a Dios a levantarnos de nuestro egoísmo?

 Dios nos espera siempre con los brazos abiertos, ¿por qué no caminamos hacia Él?  Nos faltan profundos deseos de conversión. Los brazos del egoísmo son más seductores que los brazos del Amor, aunque el egoísmo nos conduzca a estar entre cerdos y con hambre de Dios.

¡No lo olvides! Dios te espera.