Hay dos clases de temor. El
Servil, el de los siervos, el temor al castigo. Y el temor
filial, que es el que nace del amor. “Mi esposa me quiere tanto
que temo ofenderla”, “mis padres se sacrifican tanto por mí que
temo defraudarlos”. “Dios me ama tanto que temo ofenderle”.
“No me mueve, mi
Dios, para quererte, el cielo que me tienes prometido, ni el infierno
tan temido para dejar por ello de ofenderte. Muéveme, y de tal
manera, que aunque no hubiese cielo yo te amara y aunque no hubiese
infierno te temiera.
¡Qué grande es el corazón de las
personas que llega a amar a Dios no por temor o recompensa, sino por
reconocimiento del mismo Amor de Dios. ¡Amar el amor de Dios!
Pero, ¿y la cizaña? ¿De dónde
viene? ¿Hay en tu corazón cizaña? ¡No pueden imaginarse cómo,
aun siendo buenas personas, podemos convertirnos en incordiantes, que
es un poco cizaña!
Un religioso, fray Antonio, fue
destinado a un convento nuevo. La primera noche no podía dormir
porque el fraile de la habitación contigua no dejaba de decir: “¡Ay,
que sed tengo! ¡Ay, que sed tengo!”. Fray Antonio no pudo aguantar
más. Fue a la celda de su vecino y le dijo: “deje de quejarse y
baje al comedor y beba cuanta agua quiera”. El religioso bajó y
bebió agua. Pero nada más volver a la cama, comenzó a decir: “¡Ay,
qué sed tenía! ¡Ay, que sed tenía!”.
¿A que hay personas que sin
pretenderlo son como la cizaña, es decir, fastidian, fastidian?
Somos buenos, pero poco delicados. Sí,
nos guste o no, somos buenos, pero poco reflexivos.
Una canción de Raphael dice: “Los
hombres tienen fe en otra vida / y luchan por el bien, no por el mal.
/ Digan lo que digan, / digan lo que digan / los demás”.
Dios puso en el corazón de las
personas la bondad, ¿por qué hay, entonces, tanta maldad? Hay más
bondad que maldad, pero la cizaña grita y la bondad sólo obra.
¿Quién nació con inclinaciones
para ser criminal?
¿Quién nació para ser
torturador?
¿Quién nació para ser violador?
Dios no puso esas cosas en los
corazones. Es el hombre que dejó que en su corazón creciera la
maleza, los vicios, las malas acciones. Lo fácil seduce. “Empecé
fumando un porro, luego quise algo más fuerte… le decía a mis
amigos que yo lo controlaba, y ahora me veo como una fregona
desechada y a mi familia tocada por mi irresponsabilidad”.
¡Mejor es ser grano de mostaza que
árbol de fruta podrida!