Este
es el tiempo de la espera.
Espera
María, tras decir: «Hágase».
Espera
José, confiando en el Dios de los sueños.
Esperan
los magos, ya en camino tras una estrella.
Espera,
con miedo, Herodes, atrincherado en sus muros.
Esperan
los pastores, que no tienen nada que perder.
Esperaron
los hombres y mujeres de ayer, y esperamos los de hoy.
Que
vengas. Que toques nuestra vida. Que llenes el mundo.
Sí,
Señor, lo digo de verdad. No como una frase hecha, sino de veras.
Espero,
con impaciencia, con anhelo, con la inquietud de quien sabe que algo
grande está en camino, y con la incertidumbre de no saber muy bien
cuándo o cómo llegará.
Con
la ilusión con la que de niño esperaba los regalos de la noche de
Reyes.
Con
el nerviosismo con que alguna vez he esperado que saliera una nota.
O
con la confianza de quien sabe que no le van a fallar…todo eso se
mezcla en esta esperanza de Ti.
Pero
el caso es que espero tu venida, tu presencia, a mi vida, a nuestro
mundo, a la gente…
Y
que lo espero significa también que lo deseo, Señor.
Quiero
que te hagas muy presente.
Quiero
que habites entre nosotros.
Quiero
que plantes tu tienda en cada uno, que vuelvas fértil nuestra
tierra.
Que
ensanches los corazones y que llenes de luz los ojos… porque sé
que, si eso ocurre,
todo
será mejor.
De
www.pastoralsj.org
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