2º Adviento. Inmaculada (8 Diciembre)
Lc 1, 26-38
“Hágase en mí según
tu palabra”
La Virgen María es una obra de arte labrada por Dios. Pero
Dios quiere que todos sus hijos seamos obras de arte. ¿Por qué no lo somos como lo fue María? Porque para Ella siempre
estaba hacer la voluntad de Dios por encima de su voluntad y deseos. Ella dijo:
“Aquí está la esclava del Señor” y una “esclava” siempre hace la voluntad de su
Señor. La Virgen podía decir las palabras de san Agustín: “Tú, Dios mío, estabas dentro de mí, más interior que lo más íntimo y
más elevado que lo más sumo mío” (Confesiones L III).
A la Virgen María, obra maestra de Dios, debemos pedirle que
nos ayude a descubrir la presencia
de Dios en cada acontecimiento de cada día. Pedirle ver a Dios como Ella lo
veía:
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En el amor, Ella lo veía.
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En el perdón, Ella lo veía y lo sentía.
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En la bondad, Ella ejercía la bondad de Dios
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En el trabajo, Ella colaboraba con Dios.
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En la alegría, Ella veía sonreír a Dios.
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En la pena, Ella oía los sollozos de Dios.
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En el silencio, Ella escuchaba cómo le hablaba Dios.
¿Por qué no imitamos a María? ¿Por qué, como Ella, no nos
expropiamos del todo para ser sólo propiedad de Dios?
En el Génesis (3, 9-15, 20) hemos escuchado la gran tragedia
de nuestros primeros padres, creados en gracia de Dios que debían transmitirnos
junto con la vida natural. Pero… ¡Vino
la tragedia! Seducidos por el mal quisieron SER COMO DIOS. Desobedecieron.
Quisieron ir por la vida por un camino que no era el indicado por Dios.
¿Y qué culpa tengo yo de que Adán y Eva pecaran? No es culpa
personal tuya, pero supone la carencia de una herencia. Si tus padres no te
dejan herencia porque la perdieron por mala cabeza, no es culpa tuya, pero tú
te has quedado sin la herencia. Pero los pecados que tú cometes ahora son
personales, tuyos, pues los cometes por tu propia voluntad desobedeciendo los
Mandamientos. Así que no eres responsable del pecado original, aunque lo sufras
por herencia, pero sí eres responsable del pecado personal.
¿Quién se libró de esta funesta herencia de pecado y no
perdió la filiación divina? La Virgen María. ¿Por qué? Su hijo, desde la Cruz
nos daría la redención, y en previsión, como un adelanto, de la Redención,
Ella, y sólo Ella, fue redimida desde su Concepción (Pio IX, 8 diciembre 1854).
Con alegría podemos decirle hoy a la Virgen María:
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Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea pues todo
Dios se recrea en tan gradiosa pureza a ti celestial princesa Virgen Sagrada
María te ofrecemos este y todos los días alma, vida y corazón recuérdanos,
Virgen Sagrada María.
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