domingo, 15 de diciembre de 2013

La homilía de Don Julián para el domingo 15 de diciembre 3º de Adviento

3º Adviento. (15 Diciembre)

Mt 11, 2-11
“Yo envío mi mensajero delante de ti…”
“Id y decidle a Juan que los ciegos ven, los leprosos curan, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la Buena Nueva”.
Juan el Bautista ya había presentado a Jesús como “el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, pero la mentalidad de Juan como la de cualquier judío de entonces, el mesías esperado tenía poco que ver con el Mesías Jesús que tenían delante de ellos. Por eso Juan pregunta: “¿Eres tú el que había de venir o hay que seguir esperando?”. Así que Jesús responde con una cita de la Escritura: “fortalece las rodillas vacilantes… despega los ojos del ciego, los oídos del sordo se abren, salta el cojo como un ciervo…”. Juan recibe la respuesta, y además, Jesús, añade: “Dichoso quien no se escandalice de mí”. ¿Por qué se iban a escandalizar? Porque Jesús se presenta con humildad y los judíos esperaban un mesías que expulsara a los opresores romanos y Jesús quiere expulsar de los corazones todo pecado que esclavice al hombre.
¿Qué nos esclaviza? Recordemos:
-         la inteligencia sin amor, nos hace perversos
-         la justicia sin amor, nos hace tiranos
-         el éxito sin amor, nos hace arrogantes
-         la riqueza sin amor, nos hace avaros
-         la verdad sin amor, nos hace hirientes
-         la fe sin amor, nos hace fanáticos
Los cristianos debemos saber esperar.
Fíjense: los hebreos esperaban la liberación de la esclavitud de Egipto, después, en el desierto, esperaban llegar a la tierra prometida, luego esperaban vencer y expulsar a los enemigos que encontraran… siempre esperaban algo y sobretodo esperaban al Mesías, pero un Mesías a la manera que ellos imaginaban. Esperaban un Mesías que les hiciera poderosos, un Mesías que les sirviera fuerza y poder en lo humano. Pero… ¿No son los hombres los que tienen que estar al servicio del plan salvífico de Dios?
Aristóteles observó que el principio de la ciencia  y de la filosofía ES EL ESTUPOR. Vemos algunas cosas y nos sorprenden, nos preguntamos por qué sucede esto, qué sentido tiene y cuál es su causa. Los que no se asombran de los acontecimientos que ven, no descubren nada en la vida importante. Son prematuramente viejos. Por eso los niños no se cansan de preguntar: “¿Qué es esto?” “¿Por qué pasa esto?”.
¡Asómbrese, el Señor viene! Asómbrese usted, porque Dios, por el Bautismo, lo ha elegido a usted para que sea como Isaías y Juan Bautista. Anuncie usted a Jesús, pero con su ejemplo.
Al cristiano no se le mide por lo que habla, sino por lo que hace. Hay quienes hablan mucho y no hacen nada. Hay quienes hacen mucho y hablan poco. Vale más un corazón sin palabras que palabras sin corazón.

La misión de la Iglesia es hacer que nuestra historia, la de cada uno  la de todos juntos, sea historia de Salvación.

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