3º Adviento. (15 Diciembre)
Mt 11, 2-11
“Yo envío mi
mensajero delante de ti…”
“Id y decidle a Juan que los ciegos ven, los leprosos curan,
los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la Buena Nueva”.
Juan el Bautista ya había presentado a Jesús como “el
cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, pero la mentalidad de Juan como
la de cualquier judío de entonces, el mesías esperado tenía poco que ver con el
Mesías Jesús que tenían delante de ellos. Por eso Juan pregunta: “¿Eres tú el
que había de venir o hay que seguir esperando?”. Así que Jesús responde con una
cita de la Escritura: “fortalece las rodillas vacilantes… despega los ojos del
ciego, los oídos del sordo se abren, salta el cojo como un ciervo…”. Juan
recibe la respuesta, y además, Jesús, añade: “Dichoso quien no se escandalice de mí”. ¿Por qué se iban a
escandalizar? Porque Jesús se presenta con humildad y los judíos esperaban un
mesías que expulsara a los opresores romanos y Jesús quiere expulsar de los
corazones todo pecado que esclavice al hombre.
¿Qué nos esclaviza?
Recordemos:
-
la inteligencia sin amor, nos hace perversos
-
la justicia sin amor, nos hace tiranos
-
el éxito sin amor, nos hace arrogantes
-
la riqueza sin amor, nos hace avaros
-
la verdad sin amor, nos hace hirientes
-
la fe sin amor, nos hace fanáticos
Los cristianos debemos saber
esperar.
Fíjense: los hebreos esperaban la liberación de la
esclavitud de Egipto, después, en el desierto, esperaban llegar a la tierra
prometida, luego esperaban vencer y expulsar a los enemigos que encontraran…
siempre esperaban algo y sobretodo esperaban al Mesías, pero un Mesías a la
manera que ellos imaginaban. Esperaban un Mesías que les hiciera poderosos, un
Mesías que les sirviera fuerza y poder en lo humano. Pero… ¿No son los hombres
los que tienen que estar al servicio del plan salvífico de Dios?
Aristóteles observó que el principio de la ciencia y de la filosofía ES EL ESTUPOR. Vemos algunas cosas y nos sorprenden, nos
preguntamos por qué sucede esto, qué sentido tiene y cuál es su causa. Los que
no se asombran de los acontecimientos que ven, no descubren nada en la vida
importante. Son prematuramente viejos. Por eso los niños no se cansan de
preguntar: “¿Qué es esto?” “¿Por qué pasa esto?”.
¡Asómbrese, el Señor
viene! Asómbrese usted, porque Dios, por el Bautismo, lo ha elegido a usted
para que sea como Isaías y Juan Bautista. Anuncie usted a Jesús, pero con su
ejemplo.
Al cristiano no se le mide por lo que habla, sino por lo que
hace. Hay quienes hablan mucho y no hacen nada. Hay quienes hacen mucho y
hablan poco. Vale más un corazón sin
palabras que palabras sin corazón.
La misión de la Iglesia es hacer que nuestra historia, la de
cada uno la de todos juntos, sea
historia de Salvación.
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