Mira con calma la
vida, tu vida. ¿Qué es lo que ves? ¿Percibes solo episodios superficiales,
desconectados? ¿Sientes que han fracasado las grandes esperanzas y que solo
queda vivir al día?
Señor Jesús.
No quiero que la vida me resbale.
Que el misterio solo me roce.
Quiero entrar en tu
amor, en tu vida.
Acércate al misterio
de la vida descalzo/a; el terreno que pisas es santo. Descubre las huellas de
Dios, ésas que no ven los distraídos, y sí los contemplativos. Dios es futuro
y, por futuro, inagotable. La vida es para ilusionados, para los que no se
contentan con poco.
Señor Jesús.
Abro mi corazón
para que todo lo humano tenga eco dentro de
mí.
Abro mi corazón a ti, el Dios sorprendente.
Tu presencia me hace
solidario/a
Entra sin miedo en
la fiesta de la vida. Abre la puerta de tu vida a los demás; no vivas solo/a.
Mira el mundo con la novedad siempre creadora de Dios. Colócate en medio de los
demás como quien sirve. Trabaja con tus dones por un mundo nuevo, donde cambie
la suerte de los pobres.
Hazme pasar, Señor, del recelo a la
confianza.
Del poder al servicio.
Del lamento a la canción.
Del cruzarme de brazos, a unir mis manos a
los que trabajan por sanar, por levantar, por compartir.
De la desilusión a la esperanza.
Del fracaso a las posibilidades.
Del desprecio al
cuidado de la vida.
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