domingo, 18 de agosto de 2013

La Homilía de Don Julián para el domingo 18 de agosto

20 T.O. (18 Agosto)
Lc 12, 49-53
Purificar el mundo
“… Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla…”
Si se predica el Evangelio sin dulcificarlo, si se vive el cristianismo como Cristo nos pide, las gentes se sublevarían y nosotros saltaríamos del escozor que nos produciría. ¿Por qué? Porque el Evangelio es bisturí que corta lo podrido y no tirita que camufla las heridas. Por eso las palabras de Jesús escocían a muchos de sus oyentes.
¿No escuece la vida cuando va cargada de conflictos, adversidades e incomprensiones?
“El hombre se descubre cuando se mide con el obstáculo” (Saint Exupery) ¿Quién está libre de problemas? ¿Quién no siente dolor ante la pérdida de un ser querido?
Un cristiano que vive sin fuerza el Evangelio, que vive su cristianismo sin enfrentamiento con sus instintos paganos, es un cristiano descafeinado. El esfuerzo y la perseverancia son llamas que purifican para vivir con ejemplaridad el cristianismo.
     Quien sabe sufrir, ilumina su vida
     quien sabe sufrir, cada día es mejor
     quien sabe sufrir, quita sufrimientos a los demás
     quien sabe sufrir, triunfa en sus objetivos.
Le pregunté a un anciano, 88 años:
     ¿Ha sido y es feliz?
     Sí, he sido y soy feliz
     ¿Y qué ha hecho para serlo?
     Hacer de cada momento un motivo de felicidad. Hay muchos que se pasan su existencia buscando motivos para ser felices, cuando cada minuto de la vida ya es un motivo para ser feliz y darle gracias a Dios”
Ser cristianos de fortaleza, estar convencidos de que Dios está con el que se pelea consigo mismo para ser mejor cristiano, mejor esposo/a, mejor padre o madre, mejor hijo.
Una anécdota del Papa Juan Pablo I, que él mismo contó en el Ángelus el día 27 de agosto 1978:
“Ayer por la mañana yo fui a la Sixtina a votar tranquilamente. Jamás hubiera imaginado lo que estaba para suceder. Apenas había comenzado el peligro para mí, los dos cardenales que estaban a mi lado me susurraron palabras de aliento. Uno me dijo: “¡Ánimo!, si el señor da un peso, da también la ayuda para llevarlo”.
¡Ánimo, católicos! No veáis el ser cristianos como un peso, el bautismo lleva unas grandes exigencias, pero Dios nos da la gracia para vivirlo con alegría y valentía.

 Julián Escobar.

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