19 T.O. (11 Agosto)
Un tesoro que no se apolilla.
“… Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también
vuestro corazón…”
Hasta hace poco la inversión era un asunto de máxima
importancia. Todos creíamos que convenía ahorrar. Pero ¿dónde guardar el dinero
ahorrado? Si lo llevan al banco éste puede quebrar, o salir una ley por la cual
todo el que tenga más de cien mil euros ahorrados, se los quitará X. ¿Y por qué
si lo he ahorrado privándome de cientos de cosas por si en la ancianidad tengo
que pagarme una residencia? En estas circunstancias
hay que hacer una reflexión: “Señor, ayúdame a no poner mi corazón con los
ahorros, pues también me pueden quitar la mitad de él. Ayúdame a poner mi
corazón sólo en ti”.
¿Cuál es tu tesoro?
●
Mi tesoro son mi esposa/o, mis hijos, mis padres
ancianos.
●
Mi tesoro es la salud que me da fuerzas para
afrontar la vida sin congojos.
●
Mi tesoro es el trabajo, con el que sustento a
mi familia.
●
Mi tesoro es la poca o mucha ciencia que voy
adquiriendo.
●
Mi tesoro, es el Mayor tesoro, es mi fe, el
sentirme amado/a y redimido por Jesucristo, tesoro que Dios ha regalado a su
hijos.
● Mi
tesoro es que yo sea el tesoro de los que me aman.
Ser administradores fieles de todo cuanto Dios nos ha
concedido, y no apropiarse de lo ajeno. ¡Ser buenos administradores!
Ser buenos es “estar preparados”. Siendo buenos es estar
sirviendo como “empleado fiel” que el Señor encuentra ejerciendo el servicio
como Dios quiere.
San Antonio Abad dice que Dios le reveló el día de su
muerte. ¿Fue un signo de predilección de Dios? Quizás, aunque los que llegan a
un grado de santidad no les preocupa la muerte, ni el día ni la hora. Lo que les inquieta es no hacer en todo
momento la voluntad de Dios.
Pon a Dios en tu
corazón.
“No se encuentra rastro alguno de bondad en el corazón que
ha sido poseído por la avaricia” (San León), por eso, san Agustín
clamaba: “Dios, crea en mí un corazón puro”. Pero para crear un corazón puro
tengo que romper el corazón impuro.
Las vacaciones siguen su ritmo en una o dos semanas quizás
concluyan para ti, así que es bueno que te preguntes:
●
¿Dónde ha estado tu corazón durante tus
vacaciones?
●
¿De qué lo has llenado?
●
¿Regresarás de las vacaciones con el vacío de
amabilidad, comprensión, y alegría?
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