jueves, 22 de agosto de 2013

¡¡ ANIMO CATÓLICOS !!




La Iglesia se representa con mucha frecuencia como una barca. Una barca en medio del Mar, unas veces tranquilo, otras enfurecido. Al frente de la barca va Pedro con distintos nombres de Pontífices, pero quien la guía y protege es el mismo cristo. ¿Somos católicos? Pues entonces vamos dentro de esa baca, estamos seguros. Jesús tiene poder para calmar las aguas embravecidas. Ya lo hizo con las del Mar de Galilea cuando Pedro, y demás apóstoles, creían que se hundían, que las aguas con sus zarpazos se los tragarían. Pero el Señor estaba con ellos, y aun durmiendo Jesús vigila.

Dice San Agustín: “Un no cae en el combate más que cuando ha dejado caer sus ánimos”. Recordemos que san Pedro caminaba sobre las aguas dirigiéndose hacia Cristo. Pero antes de llegar a Cristo sintió miedo, le faltaron los “ánimos” para seguir adelante y… ¡y comenzó a hundirse! ¿Por qué somos tan asustadizos?
Jesús quiere que frente a las dificultades, pongamos coraje, amor propio, dejando que el eco de las palabras de Cristo se repita constantemente en nuestra mente y corazón: “¡Ánimo, no tengáis miedo yo he vencido al mundo!” y os acompaño y aunque parezca que voy dormido o no me veáis estoy con vosotros. No penséis que lo que yo quiero de vosotros es imposible. Si Dios os pidiera imposibles sería injusto y Él no lo puede ser Recordar esas frases bonitas que os intercambiáis: “Trabaja, como si todo dependiera de vosotros, pero confiar como si todo dependiera de Él”.
Yo, Jesucristo, estoy orgulloso de los mártires. Son valientes en la lucha de la fe; y aunque a veces sientan miedo, son segundos, pues recuperan la fe y miran de frente a sus verdugos para morir amándolos como hermanos y no como asesinos. ¡Qué orgulloso me siento de los mártires, esos discípulos míos sencillos, pero que en las tribulaciones miran al cielo, como yo en Getsemaní, pidiendo fuerzas para morir como testigos míos. ¿Creéis que se sienten solos? ¡No! Cuando dicen sí aceptando morir como discípulos míos, yo aparezco a su lado para traerlos al Paraíso.
Hay algunos cristianos que parecen cansados de vivir, viejos de espíritu, que les molesta vivir el Evangelio. Son veletas de las opiniones de sus amigos. Son cristianos vacíos por dentro de cristianismo. Han ido perdiendo el cristianismo por el camino mientras se hundían en el desánimo, en la cobardía y en la rutina.
¡Recordad, discípulos míos, del siglo XXI! El alma y el espíritu se fortalece y agiganta en la lucha, como los árboles tras la poda, que crecen más vigorosos. Así que ¡Animo católicos, se valientes sed testigos míos!
En el mundo tendréis tribulaciones. Pero ¡Ánimo! Yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33)

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