domingo, 18 de enero de 2015

La homilía de Don Julián para el domingo 18 de enero de 2015

Hay quien sólo oye, pero no escucha. Yo diría que la persona que escucha casi visualiza en su corazón lo que acogen sus oídos. Juan el Bautista vió a Jesús y dijo: "Este es el Cordero de Dios", ¿pero sólo le vió? ¡No! Sobretodo escuchó a Dios y así descubrió que Jesús era el enviado del Padre.

¡Saber y querer escuchar! Dios no nos deja mensajes en el contestador, no nos envía faxes, ni emails, pero si escuchamos con atención y con el corazón a través de los mensajes de familiares y amigos. Dios puede estar hablándonos.

Un día dije a una señora: "Su marido le está hablando, ¿no lo escucha?". Y ella me respondió: "Le estoy oyendo, pero no quiero escucharle. Mi escudo ante sus impertinencias es hacerme la sorda. ¡Y no sabe usted lo eficaz que es hacerse la sorda!".

Esto mismo nos sucede a nosotros con Dios. Cuando proclaman en Misa el Evangelio, si va a favor nuestro lo escuchamos, sino, sólo lo oímos. Y es que abrir el corazón a la Palabra de Dios es estar dispuestos a dejarse transformarse por Él.

"Hace cinco años la fe vino a mí. Creí en la enseñanza de Jesús y toda mi vida experimentó una repentina transformación. Lo que antes había deseado, ya no lo deseé más y comencé a desear lo que nunca había deseado. Lo que antes me había parecido verdadero, ahora era falso, y lo falso del pasado, lo reconocí como verdadero" (León Tolstoi).
Dios te habla, pero no con el lenguaje que tú quieres.
Dios llama a tu puerta, pero de tu corazón, no de tu apartamento.
Dios está en tu vida, pero no en tus superficialidades.

¿No escuchas que todo te habla de Dios? Debes tener cuidado no sea que te quejes de que Dios no te habla y suceda que es tú hablas tanto que no dejes hablar a Él.

Una pregunta importante que nos hace Jesús: "¿Qué buscáis?" (Jn 1, 38). Seamos sinceros y respondamos al Señor.
¿Buscamos el Amor de Dios?
¿Buscamos conseguir dinero como sea?
¿Buscamos el placer y la juerga a toda costa?
¿Buscamos la felicidad de familia?
¿Buscamos el valor para ser y proclamarnos cristianos?
¿Buscamos saber discernir lo bueno de lo malo?

Para saber escuchar hay que ser pacientes. Escuche a un sacerdote decirle a una feligresa que era un nervio de impaciencia.
Tome una maceta, plante semillas de flores. Cuide de ella. En primavera brotarán flores cuya utilidad es simplemente ofrecer su belleza y su perfume. Admírelas y aprenda de ellas cómo irán muriendo hasta la siguiente primavera que vuelvan a florecer.

Proverbios 19, 20-21: "Escuchar el consejo, acepta la corrección, y llegarás a ser sensato".

Así, el sensato escucha, el insensato sólo oye.

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