Acoger la Palabra de Dios es nuestra
semilla, sembrar esa Palabra en el Mundo es evangelizar y pedirle al
Señor que acoja a todos los hombres y al mundo porque en ellos ha
caído mucha o poca de su semilla.
Tres cosas son necesarias para que
germine y de fruto la semilla. La Lluvia, la Semilla, y
la Tierra. Si falta alguna de ellas no hay cosecha, aunque la
primera necesaria sea la Semilla.
El Papa Pablo VI decía que la meta del
Concilio Vaticano II era la renovación de la Iglesia. Renovación no
quiere decir acomodarse a los tiempos modernos, que a veces son
anticristianos. Renovarse quiere decir que los cristianos, la
Iglesia, Cuerpo de Cristo, debe ser coherente con la semilla que
Cristo plantó. Un árbol por mucho que crezca, siempre se debe a la
semilla de la que brotó. Muchos confunden renovación con capricho.
- que la doctrina se acomode a nuestros intereses
- que las predicaciones no sean sal echados en las heridas.
- que del Evangelio se eliminen los pasajes conflictivos.
La Palabra de Dios siempre estaba en
los labios de Cristo. La Palabra de Dios se hace palabra humana en
los labios de Cristo. En aquel momento, se puede decir, que Dios
hablaba en arameo, lengua de Jesucristo. Y es que Dios quiere llegar
a los corazones humanos y para ello debe pasar primero por los oídos
y en el lenguaje que los oídos comprenden.
Un día un hombre recién convertido a
la fe católica se acercó a un anciano y le preguntó: “Por favor,
¿ha visto pasar por aquí a algún cristiano?” El anciano le
respondió: “Uuff. Hay muchas clases de cristianos” “Yo – le
dijo el recién convertido – busco a los auténticos, a los
verdaderos”. “Hay, hay, pero no tantos como cristianos de
boquita” le respondió el anciano. “Y ¿cómo puedo reconocerlos”
– le dijo el convertido. El anciano se echó a reír y exclamó:
¡No se preocupe, los reconocerá sin dificultad!. Un cristiano de
verdad no pasa desapercibido en este mundo de sabios y engreídos.
Los reconocerá por sus obras, pues siempre dejan huella por donde
van”.
Dejar huella es vivir el Evangelio
sembrándolo con ejemplo de vida.
- ¿Es usted un cristiano de verdad?
- ¿Lo reconocen por sus obras?
- ¿Es usted un cristiano de tierra al borde del camino?
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