Los que aman no se cansan. Los que no
aman están rendidos, porque las personas humildes y mansas de
corazón se alimentan de Cristo que es manantial inagotable de amor.
Se dice que casi el 25% de las personas
de las grandes ciudades padecen un fuerte estrés y otras sufren
hondas depresiones emocionales. No tienen tiempo para descansar y
convivir con la propia familia y se pasan día y noche sin hacer a
Dios presente en sus corazones. ¡Dios está anticuado, mejor un
psicólogo o psiquiatra! Y los médicos son buenos y prestan una
ayuda fenomenal, pero el analgésico que necesita un alma y una
persona con “angustia” vital, es descubrir que Dios es Padre que
está esperando que nos dejemos Amar por Él. ¡Dios nos da amor y
paz!
Vuestro matrimonio lo estáis
rompiendo, ¿por qué? Porque vuestro corazón necesita “amor y
paz”. Sin el amor y sin la paz que viene de Cristo, caeréis en el
cansancio, en el agobio y os sentiréis deprimidos. Carl Jung dice en
uno de sus libros que todos los pacientes que había tratado sufrían
por algo que se podría definir por “falta de humildad” y
que no se curaban hasta que no tomaban una actitud de respeto y
aceptación de un realidad más grande que ellos. ¡El orgullo es un
pie de hierro que pisotea la paz y el amor de los corazones!
- Estamos cansados, porque no descansamos en ti.
- Estamos agobiados, porque cargamos con muchas cosas inútiles.
- Estamos apenados, porque somos una pena por la que deseamos.
- Estamos tristes, porque nuestro corazón vive en indigencia.
- Estamos furiosos, porque queremos dominar y no nos dominamos.
En el año 1978, Junio, Pablo Vi, en el
ángelus narraba con emoción la historia de un niño italiano
llamado Mauro, de 11 años, que cuando vió que secuestraban a su
hermano de 15 años, dijo: “No se lo lleven a él, está
enfermo, llévenme a mí”. Y los secuestradores se llevaron al
de 11 años.
El Papa condenó la maldad del mundo en
que vivimos y elogiaba la ternura del niño, diciendo: “¡Mauro
estamos contigo, no estás sólo! Tú eres un héroe de la humanidad,
tú eres un modelo de ternura y de bondad de esa que el mundo de hoy
necesita”. El pequeño Mauro se hizo tan simpático a los
secuestradores, que después de una semana lo soltaron diciéndole:
“¡Perdónanos Mauro, perdónanos Mauro!”.
¡Necesitamos héroes de corazones
humildes!
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