Domingo de Ramos. 13 Abril
Como hace 2000 años, en este domingo,
todos los cristianos, proclamamos con nuestros ramos de olivo y
nuestros cánticos que recibimos a Jesucristo como Salvador. Y
gritamos con amor e inmensa alegría: ¡Jesús, tú eres nuestra
esperanza! ¡Jesús, tú eres el Dios que nos resucitas! ¡Jesús, tú
eres la paz de pueblo y ciudades!
¿Creéis que Jesús entró en
Jerusalén entonces y que hoy no va entre nosotros? Donde quiera que
se esté celebrando el Domino de Ramos, allí está Cristo entrando
en casas y corazones como hace 20 siglos, entró en Jerusalén.
¿Vas en la procesión de Ramos? Cristo
también va. Quizás sea esa anciana que camina con dificultad, pero
acaricia su rama de olivo. Quizás es ese niño que agita su rama de
olivo y tanto molesta. Quizás sea alguno de esos jóvenes que con
cara de algo de vergüenza y de ridículo no entiende el significado
del olivo ni de la procesión. ¡A Jesús le gustan tanto ir con los
cristianos, mezclarse con ellos, parecer como uno de ellos que… que
cualquier cristiano/a puede ser Cristo!
La gente buena de Jerusalén, hombres,
mujeres, ancianos y niños recibieron a Jesús, montado en un asno.
El asno que representa la humildad, el que soporta la carga sin
lamentos. Hoy también la gente buena, los cristianos, sabiendo que
Cristo está entre nosotros, no ya sobre un pollino, un asno, sino en
las personas de “buena voluntad”, hacemos un nuevo recorrido, una
procesión, proclamando: “¡Bendito es Jesús, bendito es
Jesucristo, bendito que siendo Dios está aquí con nosotros siendo
el bastón que ayuda a los ancianos, la alegría de los niños, el
que consuela a los que lloran, y acaricia a los despreciados por
cualquier motivo!
Y quizás medios de comunicación, esos
que saben de todo, que rechazan con chirigota a Dios y burlas a los
católicos, pero ellos se creen dios, griten: “¡Callaos católicos,
vuestros cantos y vuestras procesiones nos aburren!”. Pero hoy,
como hace 2000 años, Cristo responde: “Si estos callasen, las
piedras gritarán”.
Calles de pueblos y ciudades, hoy se
han convertido en Jerusalén. Pero ¿qué ha encontrado Cristo en
este domingo de Ramos, entre los paganos y los cristianos? ¡Cuánta
piedad sencilla en cientos de miles de seguidores de Jesús! ¡Cuánta
fe y esperanza en millones de seguidores que en sus corazones
doloridos por mil causas siguen proclamando a Jesús como Salvador!
¡Hagamos silencio sonoro! Apaguemos
nuestras iras, nuestros odios y desprecios, envidias y rencores… y
en el silencio oiremos la voz de Cristo: ¡No tengáis miedo, yo
vengo a salvaros, yo soy vuestra fuerza, yo estoy en medio de
vosotros!
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