Jueves Santo. 17 Abril
Jn 13, 1-15.
Con esta ceremonia en honor de la
institución de la Eucaristía se inicia lo que litúrgicamente
llamamos el Solemne Triduo Pascual. Tres días para celebrar el
acontecimiento religioso cristiano más grande de la historia y del
año litúrgico. San Agustín llamaba a ese triduo: la fiesta de la
Pasión, la muerte y resurrección del Señor.
Fijémenos en tres pensamientos:
- Es la historia de Israel. Los judíos celebran en esta luna llena el mes de Nisan, un mes hebreo que coincide con nuestro marzo-abril. “Este será el primer mes del año, y celebraréis la Pascua” (Exodo 12, 1-8. 11-14). Los judíos celebraban y celebran en la Pascua dos grandes misterios: la liberación de su esclavitud en Egipto y la Alianza de Dios con ellos.
Aquella noche, de
la 10 plaga, mientras los egipcios lloraban la muerte de todos sus
primogénitos, los israelitas marcados con la sangre del cordero,
salían de la esclavitud y emprendían la marcha hacia la tierra
prometida.
- Jesucristo encarna toda la historia de la salvación. Ahora, Cristo es el templo, es la víctima, es el sacerdote y es el altar. Quien quiera “adorar en espíritu y en verdad a Dios”, tiene que dirigirse a Cristo. Ahora es Cristo el Cordero que se sacrifica y con su sangre derramada marca nuestros corazones, marca los corazones de toda persona que quiera ser libre. Ahora, Cristo es el sacerdote que eleva sus súplicas al Padre y nos consigue el perdón de todos los pecados.
- La Eucaristía se prolonga hasta el fin de los siglos. El Cuerpo y la Sangre del Señor que se hace presente en el altar cada vez que un sacerdote celebre la Misa, es todo el Sacrificio de Cristo en la cruz, es toda la historia del A.T. y N.T.
¡Atención! El
pueblo cristiano no vive del recuerdo de lo que sucedió en el
Calvario. El pueblo cristiano VIVE de la actualización de la muerte
y resurrección de Cristo. Como la columna de nube acompañó al
pueblo israelita en su peregrinar por el desierto, Cristo nos
acompaña a nosotros en nuestro caminar hacia la Tierra Prometida,
hacia la vida eterna.
- ¿Qué nos da esta tarde Jesús? Su redención, su dolor ofrecido en la Cruz y su quedarse en la hostia consagrada.
- ¿Qué debemos darle nosotros a Jesús? Nuestro agradecimiento. Pierden la fe y el amor, las personas que no son agradecidas. Pierden la fe y el amor, esas personas que abrigan en su corazón sentimientos egoístas. Sólo celebra la Pascua de Cristo el que sabe amar y ama, el que sabe perdonar y perdona; y el que sabe mirar a Cristo, y lo mira con todo su corazón.
AMOR FRATERNO
“Este es mi mandamiento: que os améis
como yo os he amado” ¿No lo creéis? Pues para que veáis que no
son sólo palabras, esperad a esta noche. Cuando estéis en vuestras
casas, una mayoría divirtiéndose y unos pocos en vela en los
monumentos, yo voy a sudar sangre ante la maldad que cae sobre mil,
es vuestra maldad que yo asumo. Y mañana cargaré con vuestros
pecados en forma de cruz y cuando suba al monte calvario moriré
clavado en ella. ¿Y sabéis una cosa? Que muero sin ningún
resentimiento para nadie, por eso mi corazón gritará: “¡Padre
perdónalos!”. “¡Si no creéis mis palabras creed, por lo
menos, a mis obras!”.
Y como las obras son las mejores
palabras, la liturgia obliga hoy a los sacerdotes a tener un gesto de
humildad siguiendo el ejemplo de Cristo.
Despójate de la casulla, arrodíllate
ante tus semejantes, siéntete pobre, siervo, y lava los pies de los
comensales. No olvides que “el que se humilla será el grande ante
Dios”.
Ante la moda del orgullo y de la
soberbia, Jesús nos ofrece la humildad y la sencillez como lo grato
a Dios.
Por eso en este día de Jueves Santo,
día del Amor Fraterno, la Iglesia nos ofrece Cáritas como manos que
dan pan a los hambrientos y levantan al tullido, por injusticias, por
incultura, por cualquier causa de egoísmo.
¡Señor, que los católicos seamos tu
amor en el Mundo!
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