domingo, 27 de abril de 2014

La homilía de Don Julián para el 2º domingo de Pascua

Domingo II Pascua. 27 Abril.


Jn 20, 19-31
Jesús les saludó en la misma tarde de la Resurrección con “La paz a vosotros”. Los judíos se saludaban con la forma hebraica de Shalom = Paz. Para rezar, para amar, para trabajar… para todo lo grande, necesitamos paz. Un corazón sin paz es un corazón destrozado y angustiado. Los primeros monjes cristianos se retiraban al desierto de Egipto para rezar en paz, sin que ruido alguno les distrajera. También Cristo en ocasiones decía: “Vámonos a un lugar tranquilo, a un lugar de paz”. Cuando Cristo nos ofrece su Shalom, nos está ofreciendo la Paz de Dios, el sosiego del corazón.
El corazón de santo Tomás anda inquieto desde que vió al Maestro morir en la Cruz. Su corazón no tiene paz. Ahora le dicen que el Maestro está vivo… y él, persona de razón, los toma por alucinados: ¿Un muerto que, después de tres días, enterrado está vivo? ¿Quién puede creerlo? Tomás olvida que Jesús devolvió a Lázaro después de estar enterrado y oler a podrido. ¿Por qué somos tan olvidadizos para lo bueno y recordamos siempre lo malo?
Queremos que la fe sea mágica y nos solucione todos los problemas. ¡Eso no es fe! La fe es como los faros marineros en los acantilados, no es una luz fuerte, alumbra el puerto, pero no el camino. ¿Qué ocurriría si los marineros despreciaran esa luz por ser débil y no señalar y alumbrar el camino? La fe ilumina la meta, el puerto, no el camino. Por eso Jesús dijo que Él era “Camino, la Verdad y la Vida”.
Si un padre ve a su hijo en peligro, porque en la casa hay fuego y le grita que se lance por el balcón, que él lo va a coger antes de que llegue al suelo, seguro que el niño le obedece, si es que el padre nunca le ha mentido al niño. ¡Esto es Fe! Y Dios y su Hijo Jesucristo jamás nos han mentido. ¿Por qué nos cuesta tanto fiarnos de Dios?
Al escuchar el Evangelio, especialmente hoy, cada bautizado debería descubrir qué grande es su vida, que hermosa es la Iglesia con sus mártires, santos y pecadores, qué fuerza tienen los grupos y comunidades cristianas, que abren sus corazones a la presencia del Resucitado.
¡No seguimos a un fantasma! Por eso Cristo nos dice: “Tocadme, ved, soy yo”. Por eso Tomás cae de rodillas y dice: “¡Señor mío y Dios mío!”.
¡Cristo vive en su Iglesia! El Papa Pablo VI decía que no es verdadero hijo de la Iglesia el que no aprecia los sacramentos de la Iglesia porque son signos vivos y eficaces de la gracia de Cristo.

  • ¿Crees en Cristo Resucitado?
  • ¿Eres luz de Cristo que señalas dónde pueden las personas encontrarlos?
  • ¿Eres un Tomás dentro de la Iglesia?
  • ¿ Aprecias la resurrección que Cristo te ofrece?

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