Domingo. III TO. (26 de Enero)
Mateo 4, 12-23
¿Dónde se celebran los grandes acontecimientos? En las
ciudades más pobladas e importantes. Así es y así ha sido. Pero… pero así no
piensa ni actúa Dios. El acontecimiento más grande de la Historia Humana tuvo
lugar en una aldea llamada Belén (casa de pan) y la prolongación de ese
acontecimiento en un pequeño pueblo de pésima fama: Nazaret (mirador, flor = la
flor de Galilea) y de Israel, el territorio más paganizado hasta el punto de
ser llamada despectivamente: “Galilea de los gentiles”.
Jesús respeta los pasos y tiempos marcados por el Padre, y
la voluntad del Padre es empezar a ser LUZ para los más alejados. La misión de
Jesús, y hoy la de todos los cristianos, fue misionera y universal. Ésta es la
Misión de la Iglesia, hacerse presente en el Mundo.
Los rabinos de la época de Jesucristo, abrían escuelas, y
allí esperaban y recibían a sus discípulos. Jesús, en cambio, sale a buscarlos
por los pueblos y aldeas, y les predica y enseña en cualquier parte. ¿Por qué
no seguimos el ejemplo de Jesús? ¿Por qué no quedamos en los templos a que las
personas vengan? ¿Por qué no salimos a las plazas y calles a anunciar el
Evangelio?
Muchos sacerdotes y seglares se excusan diciendo que los
tiempos son malos, que la sociedad está semipaganizada, que muchos son
anti-católicos… etc. ¡No caben excusas! Más paganizada estaba Galilea y Jesús
la escogió para estrenar su predicación: “El pueblo que habitaba en tinieblas
vió una luz grande”.
Empecemos la Nueva Evangelización con una sonrisa:
“Una sonrisa no cuesta nada y
produce mucho. Enriquece a los que la reciben, sin empobrecer a los que la dan;
no dura más que un instante, pero su recuerdo es a veces eterno. Nadie es
suficientemente rico para no necesitarla.
Nadie es tan pobre que no pueda
darla.
Foja la felicidad del hogar.”
El corazón de las personas tiene sed de Dios, porque Dios es Amor. Y es muy importante que
los Sacerdotes y laicos cristianos anuncien el Evangelio, pero comenzando con
una sonrisa.
Si hablas del amor de Dios y de que Dios es amor y que Jesús
nos ha salvado, pero lo haces con tristeza, nadie te creerá, y a lo mejor es
que tú no estás muy convencido.
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