domingo, 1 de mayo de 2016

La homilía de Don JUlián para el domingo 1 de mayo



Porque Él vino
En un restaurante un hombre, quizás de cincuenta años de edad, estaba almorzando con un joven. Porque había otras personas cerca, ellos conversaban suavemente. Poco a poco en el restaurante se fue haciendo silencio hasta que los dos hombres eran los únicos hablando. Todos querrían escuchar la conversación, no por falta de cortesía, sino casi por fuerza. Los dos hombres conversando eran un padre y un hijo. A pesar de no hablar de nada especial, la gente quería saber que sucedía entre aquel padre e hijo.
Durante estos días de Pascua hasta la Ascensión, Jesús nos permite oír algo de la conversación entre él y su padre. Escuchamos, por ejemplo que los dos son “uno,” que el siempre escucha la voz del Padre y como un Hijo obediente, hace todo lo que el Padre le pide. Sabemos que estamos escuchando algo bien importante. Su relación existía antes del comienzo del mundo.
Ahora, dado que Él va a volver a su Padre, nos dice algo más – que podemos no solamente oír la conversación, sino podemos entrar en ella.
Cuando el sacerdote levante la patena y cáliz. En una mano tiene el pan - el Cuerpo de Cristo y en la otra el cáliz contiene su Sangre. Cuando se separa la sangre del cuerpo resulta en la muerte. Jesús murió en la cruz para traernos perdón de pecados, para reconciliarnos con el Padre.
Algo más sucede cuando se separa la sangre del cuerpo. Antes de morir se experimenta una sed fuerte. Tal vez han leído de solados, heridos en el campo de batalla, pidiendo agua. Cuando Jesús estaba en la cruz, grito, "Tengo sed." Tenía una sed física, pero también una sed más profunda - por tu alma y la mía. Quiere que seamos parte de la conversación entre él y el Padre. Por eso ha venido: “Si alguien me ama, guardará mis palabras.
Si Jesús nos invita, hay algo que nosotros debemos hacer: invitar a otra persona a saciar su sed de felicidad amando y escuchando a Jesús.
Cristo ha venido para salvarnos de todos los infiernos. Por eso nos dice: “No os turbéis; creer en Dios y creer también en mí." Tened sed de salvación. Pues “Si alguien me ama, guardará mis palabras, y mi Padre lo amará. Entonces vendremos a él para poner nuestra morada en él.".

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