domingo, 24 de abril de 2016

La homilía de Don Julián para el domingo 24 de abril



La señal del cristiano es su amor a los demás.
Jesús sabía que Judas Iscariote le traicionaría, pero no le excluye. ¿Por qué? Porque el Amor no es excluyente. El amor siempre suma, nunca resta. ¡Dios no excluye de su Amor a nadie, ni siquiera a la persona que le excluye a Él!
Judas traiciona a Jesús no por fragilidad o malicia humana, sino porque su amor a Jesús era tan efímero que Satanás lo escogió como instrumento. ¡Una persona que no ama es una persona muy peligrosa! Así que la última recomendación de Jesús es: ¡Amaros! Jesús lo encarga como mandamiento. Ya no nos invita a amar al prójimo como a nosotros mismos, como mandaba la ley Levítica (19, 18) sino “amaros como os he amado y Yo os amo”.
El amor no es soltar frases bonitas ni poner caras flanes, ni prometer amor eterno. Amar de verdad es SERVIR, es ser ÚTIL a quienes decimos que amamos. Y Jesús da ejemplo lavando los pies a sus discípulos. De Maestro pasa a ser siervo, esclavo de quienes ama.
El libro de los records (Guinness) señala que el sermón más largo de la historia duró 60 horas y 31 minutos, predicado por un pastor de la iglesia Unitaria. El sermón más corto fue el de un cura católico que después de leer el Evangelio de hoy dijo sólo una palabra: Amor.
Tenemos que preguntarnos: ¿Cuándo amamos y por qué amamos? ¿Cuándo odiamos y por qué odiamos? Si Dios nos ama, seamos como seamos, ¿con qué derecho dejamos de amar nosotros, nos caiga o no simpática una persona?
Recuerda la respuesta de Madre Teresa a un periodista al decirle: “Yo eso no lo haría ni por un millón de dólares”: La Madre Teresa le dijo: “Yo tampoco lo haría por un millón de dólares, lo hago por amor”. ¡Amar el amor de Dios que hay en cada uno de nosotros y en los demás.

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