viernes, 25 de marzo de 2016

La homilía de Don Julián para el Viernes Santo




La Hora de la Divina Misericordia

Jesús es como un árbol fuerte que sobrevive a un huracán mientras los otros se caen.

Solamente aquel árbol experimentó la plena violencia de la tormenta. Así es nuestro sumo sacerdote. Así San Juan lo presenta. Jesús dice a Pilatos, "No tendrás ninguna autoridad sobre mí, si no te hubieran dado de lo alto." De hecho Pilatos caería tan pronto como subió. (Josefo escribe que el emperador le quitó después de una masacre no justifi-cada de samaritanos.) Jesús sabía que los que le perseguía iban a pasar de la escena, pero que Él duraría para siempre.

Acabamos de escuchar a la Pasión. Para nosotros como cristianos es el evento más importante dentro de la historia humana  el día cuando Jesús llevó nuestros pecados a Calvario. Para nosotros como católicos esto no es solamente un evento pasado, sino algo que experimentamos cada vez que venimos a la misa. ¿Has notado como el sacerdote siempre consagra el pan y el vino aparte? El pan viene a ser el Cuerpo de Cristo y el vino su Preciosa Sangre. Cuando la sangre está separada del cuerpo, significa la muerte. Venir a la misa es como estar al pie de la cruz, mientras la Sangre de Cristo está derramada por nosotros. Pero no estamos solos. Nos unimos con la Virgen Madre, Santa María Magdalena y Juan, el discípulo querido, y todos los ángeles y santos.

La Conversión de Barrabás

La Pasión contiene tantos detalles que jamás se puede agotar. Por ejemplo, cuenta de un hombre condenado y luego libertado a causa de Jesús. Nos hemos unido a la muchedumbre pidiendo que Pilato lo soltara a él, no a Jesús, “¡No, a ése no! ¡A Barrabás!”

A pesar de los libros y películas sobre él, no sabemos qué pasó con Barrabás. Pero es parte de La Pasión del Cristo. Fue presentado como alguien que sabía lo que estaba preparado para él, pero era tan orgulloso que no iba a pedir clemencia a nadie. De repente, sin hacer nada, está libre. Inflado por su buena suerte, da una mirada de burla a las autoridades y luego a la muchedumbre. Finalmente mira a Jesús y...

Pedro Sarubbi, el intérprete de Barrabás, cuenta que algo raro le sucedió en aquel momento. “¿Qué me sucedió cuando miré a Jesús? Nunca había experimentado tal cosa en todos mis años como actor.” Sarubbi había buscado algo durante su vida, incluso pasó seis meses en un monasterio de Tibet. Ahora dice, “He alcanzado el fin de mi búsqueda en Jesús.”

Pues, el hombre que interpretó a Jesús era un ser humano como tú y yo. Pero todos los días, durante la filmación de La Pasión asistió a la misa y comulgó. Jesús estaba en él y logró la conversión de un Barrabás moderno. Dijo Sarrubi, “Hago todo lo posible para que esos ojos sigan siendo importantes para mí”.

Que sea así con nosotros también -  especialmente en la tarde en que adoramos la Santa Cruz – y recordamos a El que nos libró de la condenación.

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