jueves, 24 de marzo de 2016

La homilía de Don Julián para el JUEVES SANTO




Su nombre es Rosalinda Moss y fue criada en un hogar judío practicante. Con gran emoción ella cuenta sobre como su familia cada año celebraba la Pascua - recordando como Dios los salvo de la opresión terrible de Egipto y los llevo por el desierto hasta la Tierra Prometida. Describe la preparación de comida pascual, especialmente el cordero. Cuando se escucha a Rosalinda Moss, se da cuenta que los rituales descritos en la primera lectura continúan hasta hoy día en hogares judíos.

Como adulta Rosalinda Moss hizo un descubrimiento dramático. Leía como los Hebreos habrían recibido el perdón de los pecados. Cada año, ponían sus manos sobre un cordero, para transmitir simbólicamente sus pecados al animal. Después de leer los pasajes del Antiguo Testamento sobre el cordero de sacrificio, leyó solamente un versículo del Nuevo Testamento, el versículo donde Juan el Bautista indica a Jesús y dice, "Este es el Cordero de Dios." Después de mucha oración y estudio, ella acepto a Jesús como el verdadero Cordero Pascual.

Durante dieciocho años Rosalinda Moss siguió a Jesús como cristiana evangélica. No obstante, iba a tener una conversión más profunda cuando escucho a un hombre llamado Scott Hahn. El Doctor Scott Hahn era un ministro protestante que se convirtió a la fe católica. En una de sus charlas, subrayo algo que muchos estudiosos bíblicos no ven: "El sacrificio pascual," dijo, "no está completado hasta comer el cordero."

"Pues, por supuesto," pensó Rosalinda, "hay que comer el cordero pascual." Esa pista le hizo averiguar lo que la Iglesia Católica enseña sobre la Eucaristía: que es un banquete sagrado en que recibimos el Cuerpo y la Sangre, Alma y Divinidad de Jesús. Por la gracia de Dios tuvo deseo ardiente para recibir la Eucaristía. Lo hizo en 1995 durante la Vigilia Pascual, cuando hizo su profesión de fe como católica.

Cuando leo el relato inspirador de Rosalinda Moss y otros convertidos, me pregunto cuanto nosotros los católicos presumimos sobre el gran don que recibimos en la Eucaristía. Esta noche celebramos la Misa de la Ultima Cena. En la conclusión de la misa, tendremos una procesión con el Santísimo Sacramento. Al final pondremos a Nuestro Señor Eucarístico sobre un altar lateral. Parece increíble que el Dios que hizo el cosmos entero, se presente en la forma humilde de pan. Quizás por eso Jesús, en la Ultima Cena, hizo el acto de humildad en lavar los pies para prepararlos para la humildad mayor de ser Cordero Pascual. Que su humildad nos inspire con mayor devoción y amor para El. Como decimos en el himno Pange Lingua: Canta lengua jubilosa, el misterio del altar, De la sangre generosa y del cuerpo que es manjar; Los dio el Rey de las naciones, para el mundo rescatar.

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