domingo, 6 de marzo de 2016

La homilía de Don Julián para el domingo 6 de marzo


¡El Padre misericordioso! El Padre que todo lo perdona. Dios siempre está esperándonos con los brazos abiertos.

El hijo que nos presenta el Evangelio de hoy, usó mal y abusó del amor y de la libertad que el padre, en nuestro caso, Dios, nos da. Dios nos da libertad para optar por el amor o rechazarlo. Rechazar el amor es abandonar a Dios e irnos al despilfarro y derroche de lo que somos, perder la imagen y semejanza a la que fuimos creados hasta caer en convivencia con los cerdos.

El hijo abandonó, se alejó rechazó el amor que tenía y gozaba junto a su padre, pero el padre no menguó su amor por el hijo. Su Amor y Perdón tenían la puerta abierta para cuando el hijo quisiera regresar.

- ¿Valoramos el amor y la misericordia de Dios nuestro Padre?

- ¿Qué hacemos cuando el pecado nos aleja de Dios?

- ¿Confiamos en el Amor y perdón de Dios?

 Quizás deseamos superar nuestros defectos, acercarnos a Dios, pero, ¿tenemos la fuerza de voluntad y propósito firme para cambiar?

Un hombre fue a confesarse y le pidió al confesor que le pidiera a Dios por él, para alejarse del pecado. El sacerdote se lo prometió y así lo hizo. Semanas después el hombre seguía pecando y le dijo al confesor que sus oraciones no servían de nada. Entonces el sacerdote le dijo:

- Ven y ayúdame a levantar aquel costal de trigo que se ha caído de la mula. Cogió el hombre por un lado y el sacerdote por el otro.
 
Pero cuanto más tiraba el pecador para arriba, más tiraba el sacerdote para abajo. El pecador dijo enfadado:

- ¡Así no lo podemos levantar! Yo tiro para arriba y usted para abajo.

- Pues esto es lo que haces tú – dijo el sacerdote. Cuando yo le pido a Dios que te ayude a levantarte de tus pecados, tú sigues tirando hacia abajo.

- ¿Hacemos nosotros lo mismo?

- ¿Le ayudamos a Dios a levantarnos de nuestro egoísmo?

 Dios nos espera siempre con los brazos abiertos, ¿por qué no caminamos hacia Él?  Nos faltan profundos deseos de conversión. Los brazos del egoísmo son más seductores que los brazos del Amor, aunque el egoísmo nos conduzca a estar entre cerdos y con hambre de Dios.

¡No lo olvides! Dios te espera.

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