domingo, 29 de noviembre de 2015

La homilía de Don Julián para el Primer Domingo de Adviento




Hoy comenzamos Adviento, un tiempo que da énfasis al esperar con paciencia. Esperar con paciencia es esencial en nuestra relación con el Señor y los unos con los otros.
En la situación actual de nuestro mundo, hay violencia e inestabilidad política. Es fácil caer en la desesperación, pero nosotros como cristianos, no podemos caer en la desesperación, especialmente ahora cuando estamos esperando el nacimiento del Príncipe de la Paz, la Luz que alumbra la oscuridad de nuestro mundo. Hay algo concreto que nosotros podemos hacer como seguidores de Cristo: ofrecer esperanza. ¿Tus palabras y obras destilan esperanza?

¿Eres impaciente y busca la gratificación inmediata?
Podemos practicar la paciencia en muchas formas: una es el autocontrol, por ejemplo, en vez de gritar a otra persona: respirar profundo, tranquilizarse y sonreír.
La paciencia es esencial para nuestra relación con Dios, con otras personas y conmigo mismo. Los primeros cristianos consideraban la paciencia como la virtud básica. Por ejemplo, un hombre llamado Tertuliano escribió un hermoso ensayo que comienza enfocando la paciencia de Dios y de Jesús. Luego describe como nuestros primeros padres cayeron a causa de la impaciencia. Usando ejemplos de los santos, exhorta a la práctica de pacien-cia. Es un ensayo, que vale la pena leer, pero tiene una ironía triste. Tertuliano escribió en una forma magnífica sobre la paciencia, pero no la practicó. Al final de su vida, se impacientó con las debilidades de la Iglesia y se hizo miembro de una secta carismática que enseño y trató de determinar la fecha exacta de la Segunda Venida de Cristo.
A causa de su impaciencia, Tertuliano murió fuera de la Iglesia Católica. Usted y yo no estamos tentados a salir de la Iglesia, pero necesitamos la paciencia cada día de nuestra vida. Jesús nos muestra el camino.
Jesús quiere darnos felicidad verdadera y duradera. Nos invita vivir no por placeres imaginarios, sino vivir en el presente.
La Corona de Adviento es un símbolo de paciencia. No encendemos todas las velas a la vez, sino cada semana iremos encendiendo una. Encender también en el corazón una vela para Cristo. ¿Han notado la relación entre la palabra vela y el verbo velar?
Si no estamos atentos y siendo bondadosos, tendremos a Cristo junto a nosotros y no lo descubriremos.
                                        oooOOOooo

No hay comentarios:

Publicar un comentario