Dios lo da todo y nos llama a
compartir. Solamente encontramos felicidad cuando, como la viuda, le damos el
cien por ciento.
Jesús pide todo, cien por cien.
Lo vemos en el evangelio de hoy. A pesar de las contribuciones impresionantes
de los ricos, Jesús alabó a la viuda que dio dos monedas. ¿Por qué la alabó? Jesús
nos dice: “Siendo pobre, ha echado todo
lo que tenía para vivir." Jesús quiere que tengamos un cambio total de
corazón. Dios lo da todo y nos llama a compartir, y como Él, darlo todo.
Como muchos de ustedes, lo que más
valoro es el tiempo. No tengo suficiente tiempo y me molesta si alguien malgasta
mi tiempo. Con esta mentalidad es fácil poner a Dios en último lugar, pensar,
"Si hay tiempo de sobra…" Jesús
quiere cambiar esa mentalidad. Dios lo da todo: ciento sesenta y ocho horas
cada semana.
Rezar con nuestra familia, leer
la Biblia y participar en la Eucaristía. Dios lo da todo y nos llama a
compartir. Cuando comenzamos el día con esa actitud, descubrimos que Dios nos
da tiempo para las cosas que importan incluyendo cosas como pasear, leer un
libro y hablar con amigos. Pero hay que recordar que el tiempo no es nuestro,
es de Dios, y Dios lo da todo.
Todo viene de Dios. Cuando le
damos algo de nuestro tiempo a Él, las cosas empiezan a cambiar.
¿Te has preguntado lo que sucedió
con la viuda en el Evangelio de hoy? ¿Era como la viuda de la primera lectura
haciendo un gesto final antes de morirse? ¿O, otra vez como la viuda de
Sarepta, proveyó Dios por ella en una forma inesperada?
En el Hch 6 oímos de unas viudas
servidas y sostenidas por los apóstoles y diáconos. ¿Era ella una parte de ese
grupo? No lo sabemos. Lo que sabemos es que su don extraordinario no es
solamente un ejemplo para nosotros, sino un reflejo del amor de Dios. Dios nos
llama a compartir, pero no lo hace por fuerza. Dios nos da tiempo, habilidades
y recursos económicos. Y nos llama a compartir, y no sólo de lo que nos sobra.
Imagínese que usted necesita
comer y alguien le dice: “Comeré yo y de lo que me sobre se lo daré para que lo
coma usted”. ¿Qué diría usted? ¿No sería más cristiano que le dijera: “Esta es
la comida que tengo, compartámosla”? Dar de lo que nos sobre está bien; dar lo
que tenemos es óptimo.
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¿Le cuesta a usted ser generoso?
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¿Regatea su tiempo a su propia familia?
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