domingo, 26 de julio de 2015

Homilía de Don Julián para el domingo 26 de julio de 2015

17. T.O. 26 Julio. Jn. 6, 1-15
Comieron lo que quisieron.

Un sacerdote decía: "En mi bolsillo tengo un euro y tú en el tuyo otro euro. Si yo te doy el mío y tú me das el tuyo, seguimos teniendo cada uno. Pero si yo tengo una idea y tú tienes otra y las intercambiamos, ya cada uno tiene dos ideas. Así que aprende: las cosas materiales, dividiéndolas no se multiplican, pero las cosas espirituales sí. Están destinadas a ser propiedad de todos".

Lo sorprendente es que Jesús multiplica también las cosas materiales. ¿Y nosotros? Si usted le da a un pobre unas monedas, en su bolsillo disminuyen las monedas, pero AUMENTA en el mundo la caridad y la gracia divina. Y es que, allí donde se viven las virtudes, también se multiplican los panes de modo milagroso. Para comprender a Jesús, y comprender un poco la Eucaristía, es necesario amar. Sin amor se comprenden muy pocas cosas, pero sobretodo, para gozar de la Fe, es imprescindible amar "hasta" el extremo.

El profesor Clot Bey, el primero que fundó en Egipto una facultad de medicina, iba un día, acompañado de algunos discípulos suyos, por una calle de Marsella cuando se cruzaron con un sacerdote que llevaba comunión a un enfermo.

Clot Bey se detuvo e hizo una profunda inclinación. Uno de sus alumnos le preguntó por qué lo hacía. Él contestó con sencillez:
Acaba de pasar Dios.
¿Cómo?¿ ¿Cree usted que el Todopoderoso está en manos de un sacerdote?
Sí, lo creo; vosotros sólo conocéis el poder de Dios, pero desconocéis su Amor.

Quien ama, no da sólo, se da. Jesús se nos da en la comida Eucarística. Y nos manda a sus discípulos que demos y nos demos.


¡Necesitamos a Jesús!

para que triunfe el bien sobre el mal.
para que no seamos violentos ni egoístas
para que aprendamos a ser generosos
para que vivamos con un corazón alegre
para que el odio no sea carcoma en nuestra vida
para que no hagamos llorar a nadie
para que…

"A veces me doy consejos admirables, pero soy incapaz de seguirlos" (M.W. Mongatu).
Debemos ser capaces de sentarnos en la hierba, a los pies de Jesús, y escuchando.
Debemos ser capaces ver nuestras virtudes y no vivir obsesionados con nuestros defectos.
Debemos ser capaces de juzgarnos sin culpar a nadie de nuestras carencias.


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