sábado, 24 de mayo de 2014

24 de mayo, MARIA AUXILIADORA

¡¡ FRANCISCO, Escríbanos algo sobre el mes de mayo, su mes de mayo, qué recuerdos le trae. Escriba para el SHEMÁ de Mayo, alguna vivencia especial…
¿Quién le habrá dicho a Don Julián que yo tengo algo que contar sobre el mes de mayo?….Y además …cómo si yo supiera escribir.. y fuera digno de aparecer en una de sus obras maestras….en “SHEMÁ” nada menos….
Pero no he sabido resistirme al compromiso y aquí va todo lo que el mes de mayo me hace sentir en especial.
Yo me eduqué en un Colegio de la Congregación Salesiana. Y allí en toda actividad está presente MARÍA AUXILIADORA, la Virgen.
Naturalmente que las primeras nociones y sentimientos religiosos fueron adquiridos en mi casa, con mis padres, en el ambiente familiar Recuerdo como en mi casa, en Madrid, en los años 37 y 38, del siglo pasado, durante la guerra civil, se oía la Misa por una radio de galena de manera totalmente clandestina y, curioso, no se me mandaba parar o callar de mis juegos o palabrería, porque contribuían a que en el exterior no hubiera pistas de lo que se estaba haciendo realmente dentro de la casa.
En el mes de octubre de 1939 comencé a ir a un colegio que las monjas de la Congregación Salesiana tenían desde antes de la guerra en sitio muy cercano a mi casa y al que habían regresado después de la contienda, aunque estaba muy deteriorado y por todas partes había cascotes y restos visibles de lo que había sucedido.
Mi primer mes de mayo del que tengo conciencia fue el del año 1940. Recuerdo perfectamente como Sor Nieves, una monjita salesiana jovencísima y dulce, se las arregló para montar un pequeño altar en el que a falta de imagen puso una estampita de la Virgen Auxiliadora. En vasos poníamos las flores que encontrábamos en cualquier solar, flores pobres, tan flacuchas y descoloridas como los niños que las llevábamos, pero que lucían a los pies de la Virgen y parecía como que la Virgen se aupaba sobre ellas, para mostrase, en la humildad de aquella estampita, como Reina, Señora y Madre nuestra. En síntesis AUXILIADORA. Y a sus pies las primeras “avemarías” y las primeras canciones infantiles….”Venid y vamos todos…” “Es María Auxiliadora” y otras…
Después pasé al colegio de chicos. Lo mismo. La Virgen AUXILIADORA estaba donde quiera que volviéramos la vista. Más todavía, vivía a nuestro lado, nos arropaba y nos guardaba. Era auxiliadora y mediadora. Y toda la devoción religiosa que pudiéramos tener y la que crecía día a día, pasaba, por supuesto, por Ella
Durante el año, en varias ocasiones la “capilla” de la Virgen hacía estación en mi casa. La “capilla” era una especie de hornacina de madera donde protegida por un cristal estaba una imagen de la Virgen que viajaba a las casas de los miembros de la Archicofradía de María Auxiliadora, donde permanecía durante un día o dos. En cada casa había una persona responsable de que una vez transcurrido el plazo convenido la llevase a la siguiente vivienda. Y en nuestro caso el encargado de ese cometido, antes de que me emancipara, era yo mismo. La estancia de la “capilla” de la Virgen en mi casa era un acontecimiento.
La Virgen Auxiliadora era festejada el día 24 de cada mes con alguna celebración especial en su honor. Y eso era en recuerdo del 24 de mayo que era el grandísimo día de su festividad.
Y en el mes de mayo…¡¡ bueno!!. No faltaba el altar en todas las clases bien en imagen o en un cuadro grande, adornada con luces y con floreros cuyas flores las aportábamos, como si de una competición se tratase, cada uno de los chicos. Ni que decir tiene que jamás las flores decaían en su variedad, frescor y lozanía…¡no lo permitíamos!. Y a los pies de la Virgen se rezaban las “ave marías” de salutación a la llegada por la mañana y de despedida al finalizar la tarde.
Durante todo el mes, todos los alumnos reunidos rezábamos el Rosario en la Iglesia del Colegio y a partir del día 16 se comenzaba la Novena a la Virgen, que culminaba el día 24. Y a última hora de ese día, la Procesión por las calles del barrio que venía a ser la apoteosis, el no va más, de lo que todo el barrio, quería hacer llegar a la Virgen Auxiliadora de cariño, agradecimiento, admiración...amor…
Y ya mayor fuera del Colegio, en el Circulo Domingo Savio, agrupación de adolescentes o en la Asociación de Antiguos Alumnos, en el mes de mayo, todos los días el rezo del Rosario a última hora de la tarde en los salones respectivos…Recuerdo ahora con cierto asombro cómo era posible que los antiguos alumnos ya adultos, solteros o casados, obreros y empleados de variado oficio y profesión, acudieran en número importante al Rosario a última hora de la tarde antes de regresar a sus casas.
La vigilia del 24 de mayo se extendía durante toda la noche y los antiguos alumnos nos turnábamos para que no la faltasen a la Señora el acompañamiento y la guardia de honor de aquellos hombres y muchachos que ya fuera del Colegio mantenían en sus corazones el amor a su Virgen Auxiliadora.
Y la procesión. Todavía hoy en día arrostrando las críticas de quienes se molestan por que la Virgen interrumpa el tráfico (¿), hoy en día, la Virgen sale de su templo, se pasea por el barrio, recibe el amor se sus devotos y sigue auxiliando a todos los que a Ella se dirigen en petición de auxilio…”porque no se ha oído de nadie que habiendo acudido a Ella no haya sido acogido y auxiliado.”
Mi vivencia de la Virgen Auxiliadora no acaba ahí. De acuerdo con la que iba a ser mi esposa, contrajimos matrimonio un 24 de mayo, lo que da ocasión a que todos los 24 de mayo de todos los aniversarios transcurridos tengamos ocasión de agradecer a la Virgen su intercesión y ayuda, el auxilio en suma, del que nos hemos visto asistidos en el transcurso de nuestra vida. Y, por último, nuestros hijos, cuando fueron bebés, los tres fueron ofrecidos a María Auxiliadora.
MARÍA AUXILIUM CRISTIANORUM, ORA PRO NOBIS.
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