viernes, 11 de octubre de 2013


Homilías de Benedicto XVI

El Espíritu Santo es Aquel que nos hace reconocer en Cristo al Señor, y nos hace pronunciar la profesión de fe de la Iglesia: «Jesús es el Señor» (cf. 1 Co 12, 3b). Señor es el título atribuido a Dios en el Antiguo Testamento, título que en la lectura de la Biblia tomaba el lugar de su nombre impronunciable. El Credo de la Iglesia no es sino el desarrollo de lo que se dice con esta sencilla afirmación: «Jesús es Señor». De esta profesión de fe san Pablo nos dice que se trata precisamente de la palabra y de la obra del Espíritu. Si queremos estar en el Espíritu Santo, debemos adherirnos a este Credo. Haciéndolo nuestro, aceptándolo como nuestra palabra, accedemos a la obra del Espíritu Santo. La expresión «Jesús es Señor» se puede leer en los dos sentidos. Significa: Jesús es Dios y, al mismo tiempo, Dios es Jesús. El Espíritu Santo ilumina esta reciprocidad: Jesús tiene dignidad divina, y Dios tiene el rostro humano de Jesús. Dios se muestra en Jesús, y con ello nos da la verdad sobre nosotros mismos. Dejarse iluminar en lo más profundo por esta palabra es el acontecimiento de Pentecostés.

Homilía, Basílica Vaticana, 12 de junio de 2011

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