San Lucas nos narra
el Padrenuestro en fórmula abreviada, y san Mateo la formula en la que rezamos
(Mt 6, 9-13). ¿Cuál es la esencia de ambos? La que nos presenta a Dios como
Padre. No sólo creemos en Dios, sino que Dios es Padre. ¿Crees tú que Dios es
tu Padre?
Un hombre soñó que
deambulaba por el cielo cuando se encontró con Jesucristo que le invitó a
contemplar la tierra desde el Cielo.
Vieron una iglesia donde se
celebraba la Misa del Domingo. El organista tocaba, el coro cantaba, el
Sacerdote y los fieles recitaban oraciones pero… no se oían las notas del
órgano, ni las voces del coro, ni las oraciones del sacerdote y los fieles.
Asombrado, le preguntó al Señor el por qué no oían nada. Jesús le contestó: “Quien toca, canta o reza sin hacerlo con el
corazón, es como nada, no se oye en el Cielo”.
Si nuestro cuerpo y
palabras están aquí, pero nuestra mente y nuestro corazón están durmiendo o en
otro lugar, nada de lo que hagamos o digamos llega al Cielo.
Si recitamos el
Padre nuestro sin pensar lo que decimos ni poner nuestro corazón en actitud de
súplica, estamos pronunciando palabras, pero no estamos rezando.
Recordamos que el
Padrenuestro se compone de una invocación, siete peticiones y un “Amen”. Las
tres primeras peticiones tienen por objeto la gloria del Padre:
-
La
santificación del nombre de Dios
-
La
venida del reino
-
El
cumplimiento de la voluntad divina.
En las otras cuatro
le presentamos a Dios los deseos y necesidades que tenemos:
-
Danos el
pan de cada día.
-
Perdona
nuestras ofensas como nosotros perdonamos
-
No nos
dejes caer en la tentación
-
Líbranos
del mal.
No basta ser bueno.
No basta dejar de hacer el mal. No basta decir: “Yo no mato, yo no robo, yo no
hago mal a nadie”. Tenemos que ser humildes y reconocer que si transitamos por
la senda del bien es porque rezamos con el corazón y rezando con el corazón en
el cielo oyen nuestras oraciones.
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