19 T.O. Pan bajado del cielo, 9
Agosto. Jn 6, 41-52
Jesús nos dice hoy que él es el pan vivo bajado del cielo y que tenemos
que comer de el para tener la vida verdadera.
No hay don mayor que el Cuerpo y Sangre de Jesús. Quisiera explicar esto
con una comparación. En la entrada de un templo hay una ventana que muestra un
ave enorme. Es una pelícana con los pequeños pelicanitos debajo. Ellos tienen
sus bocas abiertas esperando algo, pero la pelícana no tiene comida. Entonces
con su pico, ella abre su pecho para dar un poco de carne y sangre a los
pequeños. Se puede ver las gotas de sangre saliendo de su lado. Jesús hace algo
semejante – pero mucho más grande – para nosotros. Nos da su propia carne y
sangre como alimento.
Necesitamos esta comida para llegar a nuestro destino. Podemos ver esto
en la primera lectura que vislumbra la Eucaristía. El profeta Elías estaba en
el desierto y a pesar de ser el primer y el mayor profeta de Israel, estaba
triste. Pensaba que su vida había fracasado y solamente querría dormir, perder
la conciencia y morir. Pero Dios envió un ángel que lo despertó y a su cabecera
había un pan cocido y un jarro de agua. Él comió y bebió – y se durmió otra vez.
Ahora no era un sueño drogado, no era un sueño de desesperación sino
reparación. Se levantó y comió de nuevo y con la fuerza de aquel pan caminó
cuarenta días hasta el Monte del Señor.
Jesús también quiere darnos comida para nuestro viaje – pan vivo que nos
da poder. Por eso, dice, “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que come mi
carne y bebe mi sangre tendrá la vida eterna”.
¿Queremos amar a Cristo?
¿Queremos amarlo para…
·
serle fiel hasta
la muerte…
·
haciendo vida
nuestra sus enseñanzas
·
amando como Él nos
ama…
·
dando testimonio
de que Él es el centro de nuestra vida
·
dándole a conocer
a todos
·
haciendo el bien
en silencio
·
haciendo siempre
su voluntad
·
sabiendo escuchar,
comprender y servir como Él.
oooOOOooo
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