domingo, 5 de octubre de 2014

La homilía de Don Julián para el domingo 5 de octubre

“Tendrán respeto a mi hijo”. 5 Octubre. XXVII T.O. Mt 21, 33-43.

¿Quién no sabe lo que es una viña?
¿Quién no sabe que el vino y el mosto son los frutos de la viña?
¿Quién no sabe que el fruto de la viña depende de la lluvia, del sol, del trabajo del hombre?
La vida era un símbolo en la escritura que comparaba Ismael con una viña, Yahvé era su propietario que cuidaba con mimo y que “esperaba dulces uvas, pero que Ismel sólo le daba agraces”.
Los cristianos somos los sarmientos de la vid que es Cristo. Él hace llegar a sus sarmientos una savia riquísima, pero ¿dan frutos los sarmientos? ¿Se llenan de racimos de uvas exquisitas? Jesús nos ofrece cientos de veces la posibilidad de podar las partes secas, pero limpiarnos de toda improductividad. ¿Qué más puede hacer el Señor por sus sarmientos?
La advertencia que se hizo a los judíos se nos hace hoy a nosotros. Si no nos dais frutos de buenas obras se os quitará la viña y se arrendará a otros que den frutos.
¿Por qué damos tan pocos frutos?
¿Recuerdan los gritos de aquel loco que presenta Nietzsche en “La Goya Ciencia”? “¿Dónde está Dios? Yo os lo voy a decir. ¡Nosotros lo hemos matado, vosotros y yo! ¡Todos somos asesinos! Pero ¿cómo hemos podido hacer eso?... ¿Qué hemos hecho al cortar la cadena que unía esta tierra al sol? ¿Adónde nos dirigimos ahora nosotros?”.
Hay que proclamarlo: ¡La ciudad que se construya al margen de Dios producirá uvas agraces y se quedarán sin orientación! La pregunta de aquel loco sigue sin ser respondida: “¿Adónde nos dirigimos?”.
  • En un tiempo en Argentina había más cabezas de ganado que habitantes, pero aún así había niño que pasaban hambre.
  • Se usan barcos como el Prestige, porque hay gente que les importa más el dinero que el matar a la naturaleza.
¡Cuántos hombres con corazones agradecidos hay!
Un sacerdote le decía a un feligrés que sólo le importaba el dinero:
  • No se preocupe, Don José, cuando lo amortajen pediré que en vez de poner entre sus manos un crucifijo o rosario, le pongas las tarjetas visas y el balance último de lo que tiene en los bancos, aunque creo que en la puerta del cielo todo eso será para usted un estorbo.
Por favor, cuando estén en casa mírense el ombligo, así recordarán que la vida se la dio otro. Viéndose el ombligo recordarán que la vida y la alimentación que les hizo no morir cuando eran indefensos, se la deben a otro.

  • Señor, que te busque en mis deseos.
  • Señor, que te busque en mis acciones.
  • Señor, que te ame en todos los momentos.
  • Señor, que te sea sarmiento de racimos de uvas dulces.
  • Señor, que sea vino exquisito que alegre y no vinagre.

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