domingo, 12 de octubre de 2014

La Homilía de Don Julián para el domingo 12 de Octubre

“Invitados al banquete”. 12 Octubre. XXVIII T.O. Mt 22, 1-14.

Dios prepara un banquete cada Domingo para todos sus hijos, para todos los hombres y mujeres. Su hijo Jesús será la comida eterna, pero muy pocos invitados acuden, la mayoría de las personas se excusan. ¿Qué les pasa? Sufren las resacas de sus continuas borracheras de egoísmo o la indiferencia hacia lo eterno.
¡Los invitados no vienen, Señor! Y el Señor, dijo: “id a los cruces de los caminos e invitar a pobres, ciegos, lisiados, mendigos, a todos, buenos y malos. ¿Qué requisito se pide? Además de estar invitado, llevar traje de fiesta, es decir, un alma amante de Dios.
Le preguntaron a un sacerdote, ¿quieres son los invitados, los cristianos que “matan” poco a poco a la Iglesia en sus corazones? El Sacerdote respondió:
  1. Cuando no vienes a la iglesia.
  2. Cuando vienes siempre tarde.
  3. Cuando vienes de mal humor.
  4. Cuando estás deseando que la Misa termine.
  5. Cuando sales del Templo como has venido.
Todos éstos son cristianos invitados al banquete, pero sin traje de gracia divina.
Un escritor decía: “Si preguntas a cien católicos qué es lo más importante en la Iglesia, te dirán que es la Misa, y lo más importante de la Misa, la consagración… y así continuaran”, pero ¿qué sería un banquete sin invitados? ¿No es importantísima la invitación que Dios nos ha hecho? El Buen Padre Dios se desvive por sus hijos, pero ¿lo aprecian los hijos? ¿Lo valoran? ¿Lo agradecen?
Hoy recordamos la aparición de la Virgen María al apóstol Santiago el Mayor, patrón de España. El apóstol recorre las tierras de Hispania proclamando el Evangelio. Se siente decepcionado pues no se ve recompensado con conversiones, y la Virgen que vivía en Éfeso o Jerusalén, se le aparece para reconfortarle y recordarle que la tarea de todo discípulo de Jesús es sembrar el Evangelio pues unos siembran y otros recogen. ¿Cómo tiene que ser la fe y el amor de los seguidores de Jesús? Tiene que ser fuerte y firme como la columna sobre la que se posó la Virgen María. ¿Es así nuestra fe y amor?



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