domingo, 19 de octubre de 2014

La homilía de Don Julián para el domingo 19 de octubre

A Dios lo que es de Dios”. 19 Octubre. XXIX T.O. Mt 22, 15-21.
Los aduladores son hipócritas.
No quieren la verdad que Jesús les puede enseñar sino hacerle caer en una contradicción. ¿Es lícito obedecer a la autoridad? Sí, siempre que a autoridad no vaya contra la vida de las personas, pues la vida es de Dios y sólo Él puede disponer de ella. Los cristianos tienen que ser ciudadanos ejemplares, pero sin olvidar que no hay ningún Estado que tenga potestad y dominio absolutos. Los apóstoles proclamaron ante el Sanedrín: “Hay que obedecer antes a Dios que a los hombres”.
Si miramos a las personas y hablamos con ellas nos damos cuenta que temen a los poderosos, ¿por qué? Y sin embargo a Dios apenas prestan atención. ¿Quién teme a los buenos? Nadie adula a Dios, pero los poderosos de este mundo son bañados en cataratas de adulaciones. ¿Y qué hacen los cristianos? Caen también en dar a los que mandan lo que sólo le corresponde a Dios.
“En esta sociedad se ha creado un enorme vacío moral y religioso. Todos parecen espasmódicamente lanzados hacia conquistas materiales… Dios se ha convertido en cambio, en una estrella lejanísima, a la que sólo se mira en determinados momentos. Creemos ser religiosos porque vamos a la Iglesia, tratando después de llevar fuera de la iglesia una vida semejante a la de tantos otros, entretejida de pequeñas o grandes trampas, de injusticias, de ataques a la caridad, con una falta absoluta de coherencia” (A. Luciani. “Ilustrísimos señores”).
¿Qué imagen llevaba la moneda presentada a Jesús? La del César. Pues esa moneda es propiedad del César. ¿Qué imagen llevamos las personas? La imagen de Dios. Pues entonces pertenecemos a Dios. ¿Hay dinero para comprarle a Dios su propiedad? ¡No! Así que aunque el hombre se venda a cualquier poder humano sigue perteneciendo a Dios.
Un poco de humor.
  • ¿No me prometiste que te portarías bien?
  • Sí, papá.
  • ¿Te prometí yo que si no te portabas bien te daría un par de bofetadas?
  • Sí, papá. Pero como yo no he cumplido mi promesa, tú tampoco debes cumplir la tuya.
Ser ejemplo para los hijos no es amenazar con un par de bofetadas, sino con ser ejemplo a imitar.


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