Santísima Trinidad. 15 Junio. Jn 3, 16-18.
¡No hay tres dioses! Todos los domingos recitamos el Credo en Misa. ¿Cómo comienza? “Creo en un solo Dios”. ¿Podemos decir mucho más? ¡No! Se puede hacer elucubraciones, abstracciones, incluso caricaturas, pero ¿quién puede descifrar los misterios de Dios?
No somos conscientes de que siempre
comenzamos una ceremonia haciendo la señal de la cruz mientras
invocamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Ya es típico decir
que el Espíritu Santo “es el gran desconocido” para los
cristianos. Rezamos al Padre, rezamos al Hijo, pero ¿cuántos acuden
al Espíritu Santo?
Hay que tener sensibilidad para “intuir
a Dios”, para sentir su Amor.
Decía Valle Inclán: “La miseria del
pueblo español, la gran miseria moral, está en su chabacana
sensibilidad ante los enigmas de la vida y de la muerte”. La vida
la convierte en un magro puchero, la muerte en una carantoña
ensabanada que enseña los dientes, el infierno en un calderón de
aceite hirviendo en el que los pecadores se achicharran como
boquerones…
Cuando uno mira el resplandor del sol,
la fecundidad de las cosechas, la belleza de un atardecer en el mar o
en las montañas, la furia de un volcán, el perfume de las
silenciosas rosas... ¿No sentimos las caricias de Dios en nuestro
corazón? No es romanticismo, es saber disfrutar de lo creado sin
saber por qué las hizo Dios y para qué.
- No te detengas en lo malo que has hecho, sino en lo bueno que puedes hacer.
- No te mires con tus ojos, sino con la mirada de Dios.
- No pienses en lo dura que es la vida, piensa en la ayuda que Dios te ofrece.
- No te lamentes de las oportunidades perdidas, se valiente para no perder las que te vengan.
- No claudiques ante la adversidad. La santísima Trinidad es tu fuerza.
Ya es hora de que los cristianos
salgamos de la pereza y proclamemos que la verdadera felicidad está
en vivir y compartir el amor de Dios. La vida tiene sentido cuando
ayudamos a otros a ponerse en camino e ir hacia Cristo.
“En el fondo del cielo veo a la
Santísima Trinidad; al Padre, la primera persona, no engendrada por
ninguna otra; la Hijo, la segunda persona, engendrada por el Padre,
al Espíritu Santo, la tercera persona, que procede del Padre y del
Hijo… En mi alma veo tres cualidades: el ser, el conocimiento y la
voluntad. Soy, conozco y quiero. Tres cualidades distintas en
una sola y misma alma, hecha a imagen de Dios. El ser produce el
conocimiento y la voluntad. La voluntad procede del ser y del
conocimiento. El conocimiento no procede de la voluntad, pero es
engendrado por el ser” (Ernesto Psichari, nieto de Renán).
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