domingo, 17 de noviembre de 2013

La Homilía de Don Julíán domingo 17 de noviembre

33 T.O.  (17 Noviembre) 

Lc 21, 5-19
“… no tengáis pánico…”
Pronto terminaremos el año litúrgico ciclo C y la Iglesia nos pone esta lectura evangélica para que reflexionemos sobre el final de la historia. ¡Todo será transformado, renacido, nuevo! ¿Y qué nos dice el Señor? “cuando oigáis noticias de guerras y revoluciones, no tengáis pánico”. “Y cuando todos os odien por ser cristianos, no tengáis pánico”. ¿Por qué no debemos “tener pánico”? Porque el Amor de Dios y la providencia de Dios actuarán en nosotros, serán nuestra fuerza y nuestra defensa.
Los poderosos, los reinos, las potencias, el mundo todo eso caerá, pero Dios permanecerá y con Él nosotros, pequeños e indefensos, pero que somos tornados de paz, de bondad, de justicia que están sustentados por Dios.
Todo lo que hace el hombre no es eterno. Todo lo que ofrece el mundo no es eterno. Sólo Dios lo es.
Qué paz nos da Jesucristo cuando nos dice: “No os dejéis amilanar por los vaivenes de la historia, ni deslumbrar por lo caduco. Estad alegres, disfrutar, pero siempre poniendo vuestro corazón en Dios.
Los cristianos debemos vivir con alegría pues no somos misiles de destrucción sino colaboradores de Dios que en vez de ensuciar la creación intentamos limpiarla con amor y obras buenas.
Un sacerdote le pregunta a un niño en la catequesis:
-         Juan, ¿le rezas a Dios?
-         Sí, padre.
-         ¿Y qué le pides cuando le rezas?
-         No le pido nada. Sólo le digo: Jesús, ¿te puedo ayudar en algo?
-         ¿Y qué te responde Jesús?
-         Que le ayude cada vez que soy bueno.
Alguna vez usted que ahora está leyendo estas líneas, le ha preguntado a Dios: ¿Puedo ayudarte en algo?
No tener miedo  ni en la adversidad ni en la persecución. Tenemos que saber que los malos no soportan a los buenos.
San Jerónimo dijo a san Agustín: “El orbe de la Tierra te celebra. Los católicos te veneran y te admiran como a nuevo fundados de la antigua Fe, y, lo que es señal de mayor gloria, todos los herejes te odian, y con odio parejo me persiguen a mí. A los que no pueden matarnos con la espada, nos matan con el deseo.
¿Qué hacen los cristianos para ser odiados o perseguidos? Quizás, ¿defender a los más indefensos como es a los fetos humanos? Quizás ¿proporcionar cuidados a los enfermos, a los ancianos, dar pan a los hambrientos? La mente de quienes ODIAN, es puro infierno, y hasta los milagros lo ven como ofensa.

Nosotros, sigamos el consejo de san Ignacio de Loyola: “Reza como si todo dependiera de Dios y trabaja como si todo dependiera de ti”.

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