Todos los Santos. (1 Noviembre)
Mt , 1-12
“Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan,
y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos,
porque vuestra recompensa será grande en el Cielo”.
Muchos, basándose en san Pablo en su primera carta a Timoteo
(2, 5) que dice que Cristo es el único mediador, critican o incluso tachan de
idolatría a los que acuden a los Santos para que intercedan ante Dios. Pero el
mismo san Pablo en su primer carta a los tesalonicenses (1 Tes 5, 25) dice:
“Hermanos, rezad por nosotros”. ¿No es normal que unos recemos por otros? Y si
una persona ha muerto como santa, ¿qué tiene de particular que se le pida que
presente a Dios, él que ya está en su presencia, nuestras súplicas?
A Abimelek (que significa “mi padre es rey” es el héroe de
una historia relacionada con Abraham o Isaac, según las tradiciones) le ordenó
Dios que le pidiese a Abraham que rezara: “Él
es profeta, e intercerderá por ti para que vivas” (Gn 20,7).
Si en la tierra rezamos unos por otros, ¿por qué se va a
interrumpir este intercambio de oraciones con la muerte, cuando uno ya está más
cerca de Dios?
LOS SANTOS SON NUESTROS MEJORES AMIGOS en la tierra y en el
Cielo. Los santos son reflejos de las perfecciones de Dios. No cambiamos a Dios
por los Santos, sino que acudimos a los santos para imitarlos e ir con ellos de
la mano hasta Dios.
Alguien dijo: “No
vayas por caminos desusados. Sigue las pisadas de los que acertaron”, pues
“los ejemplos nobles hacen fáciles las
obras difíciles”.
Un labriego le rogó a un sacerdote que le dijera que tenía
que hacer para alcanzar la santidad en medio del quehacer cotidiano. El
sacerdote le respondió:
-
Labra la tierra con amor.
-
Recoge las cosechas con alegría y gratitud.
-
Trata a todos con afecto
-
Compórtate en tu casa con la misma delicadeza y
amabilidad con que tratas a tus amigos.
-
Procura que tu corazón sea puro y noble, como son los
pinos, hayas y robles de tus campos.
¿Qué le parecen las cinco máximas que le ofreció el
Sacerdote? ¿Está usted dispuesto a ponerlas en práctica?
Para saber más…
¿Qué significa la
solemnidad de Todos los Santos? (extraído de “catholic.net”).
Diez ideas breves, sencillas y claves sobre el sentido y
necesidad de la solemnidad de Todos los Santos (1 de noviembre)
El 1 de noviembre es la solemnidad litúrgica de Todos los
Santos, que prevalece sobre el domingo. Se trata de una popular y bien sentida
fiesta cristiana, que al evocar a quienes nos han precedido en el camino de la
fe y de la vida, gozan ya de la eterna bienaventuranza, son ya -por así
decirlo- ciudadanos de pleno derecho del cielo, la patria común de toda la
humanidad de todos los tiempos.
1.- El día de Todos los Santos cuenta un milenio de popular.
Fueron los monjes benedictinos de Cluny quienes expandieron esta festividad.
2.- En este día celebramos a todos aquellos cristianos que
ya gozan de la visión de Dios, que ya están en el cielo, hayan sido o no
declarados santos o beatos por la Iglesia. De ahí, su nombre: el día de Todos
los Santos.
3.- Santo es aquel cristiano que, concluida su existencia
terrena, está ya en la presencia de Dios, ha recibido –con palabras de San
Pablo- “la corona de la gloria que no se marchita”.
4.- El santo, los santos son siempre reflejos de la gloria y
de la santidad de Dios. Son modelos para la vida de los cristianos e
intercesores de modo que a los santos se pide su ayuda y su intercesión. Son
así dignos y merecedores de culto de veneración.
5.- El día de Todos los Santos incluye en su celebración y
contenido a los santos populares y conocidos, extraordinarios cristianos a
quienes la Iglesia dedica en especial un día al año.
6.- Pero el día de Todos los Santos es, sobre todo, el día
de los santos anónimos, tantos de ellos miembros de nuestras familias, lugares
y comunidades.
7.- El día de Todos los Santos es igualmente una oportunidad
para recordar la llamada a la santidad presente en todos los cristianos desde
el bautismo. Es ocasión para hacer realidad en nosotros la llamada del Señor a
que seamos perfectos- santos- como Dios, nuestro Padre celestial, es perfecto,
es santo.
Se trata de una llamada apremiante a que vivamos todos
nuestra vocación a la santidad según nuestros propios estados de vida, de
consagración y de servicio. En este tema insistió mucho el Concilio Vaticano
II, de cuya clausura se celebran ahora los 40 años. El capítulo V de su
Constitución dogmática "Lumen Gentium" lleva por título "Universal
vocación a la santidad en la Iglesia".
Y es que la santidad no es patrimonio de algunos pocos
privilegiados. Es el destino de todos, como fue, como lo ha sido para esa
multitud de santos anónimos a quienes hoy celebramos.
8.- La santidad cristiana consiste en vivir y cumplir los
mandamientos. “El santo no es un ángel, es hombre en carne y hueso que sabe
levantarse y volver a caminar. El santo no se olvida del llanto de su hermano,
ni piensa que es más bueno subiéndose a un altar. Santo es el que vive su fe
con alegría y lucha cada día pues vive para amar”. (Canción de Cesáreo
Gabaraín).
"El santo es aquel que está tan fascinado por la
belleza de Dios y por su perfecta verdad que éstas lo irán progresivamente
transformando. Por esta belleza y verdad está dispuesto a renunciar a todo,
también a sí mismo. Le es suficiente el amor de Dios, que experimenta y
transmite en el servicio humilde y desinteresado del prójimo". (Benedicto
XVI)
9.- La santidad se gana, se logra, se consigue, con la ayuda
de la gracia, en tierra, en el quehacer y el compromiso de cada día, en el
amor, en el servicio y en el perdón cotidianos. “El afán de cada día labra y
vislumbra el rostro de la eternidad”, escribió certera y hermosamente Karl
Rhaner. El cielo, sí, no puede esperar. Pero el cielo –la santidad- solo se
gana en la tierra.
10.- Por fin, el día de Todos los Santos nos habla de que la
vida humana no termina con la muerte sino que abre a la luminosa vida de
eternidad con Dios. El día de Todos los Santos es la catequesis y celebración
de los misterios de nuestra fe relativos al final de la vida, los llamados
“novísimos”: muerte, juicio, eternidad.
Y por ello, al día siguiente a la fiesta de Todos los
Santos, el 2 de noviembre, celebramos, conmemoramos a los difuntos. Es día de
oración y de recuerdo hacia ellos. Es día para saber vivir la vida según el
plan de Dios. Es día, como el día, en el que la piedad de nuestro pueblo fiel
visita los cementerios. Todo el mes de noviembre está dedicado especialmente a
los difuntos y a las ánimas del Purgatorio.
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