domingo, 28 de julio de 2013

La homilía de Don Julián 28 de julio

17 T.O. (28 Julio)
Lc 11, 1-13
Orar con el Padrenuestro
Un sacerdote invitó a un hombre de negocios a hacer cada día un rato de oración. El hombre de negocio le dijo que estaba muy ocupado, los negocios es una selva.
El sacerdote le preguntó: “¿Iría usted por la selva con los ojos vendados?” –“¡No, claro que no!”. Entonces el sacerdote dijo: “Si el mundo de los negocios es como una selva, para caminar por ese mundo hay que ir con mente despierta y corazón sosegado. Si en su mente, en su corazón y en sus ojos sólo lleva los negocios, usted camina a ciegas. La oración pondrá su mente clara, sus ojos viendo y su corazón atento.
¿Qué hizo el hombre de negocios? Siguió con sus ojos vendados, sólo cuando sufrió un infarto, su mujer pidió el divorcio y sus hijos le ignoraron, se dio cuenta de su ceguera. ¿Cree usted que es un caso aislado?
El domingo pasado, ya le decía Jesús a Marta lo importante que es pararse, darse un tiempo para escuchar a Dios que nos habla en silencio. En este domingo nos encontramos a los discípulos pidiéndole a Jesús que les enseñe a orar.
¡Guardar silencio! Porque lo importante de la oración no es lo que nosotros pedimos a Dios, sino escuchar qué quiere Dios de nosotros.
Pedir es un gesto de humildad y de esperanza.
Pedimos lo que necesitamos y esperamos que nos lo conceda, y que nos lo concedan aún sin merecerlo.
La oración del Padrenuestro hay que decirlo con el corazón abierto, pues le pedimos a Dios cosas serias comprometiéndonos nosotros: “Perdónanos como nosotros perdonamos”. ¿Perdonamos de verdad?
Tiridates, el mejor amigo del rey Artajerjes, de Persia, murió. El rey Artajerjes lo echaba tanto de menos que le pidió a su esposa, la reina Aspasia, que de vez en cuando se pusiera los mantos del difunto Tiridates pues así amortiguaba su pena, si lo haces te concederá lo que me pidas.
Si Artajerjes le ofreció a su esposo concederle lo que le pidiera por sólo ponerse un manto, ¿se imaginan lo que Dios nos concederá a nosotros sí acudimos a Él con las palabras que nos ha enseñado su Hijo Jesucristo?
     No pretendas cambiar el mundo si tú no cambias antes.
     No obligues a nadie a hacer tu voluntad, sino ofrécele hacer la de Dios.
     Siente vergüenza de pedirle a Dios que te perdone sin tú conceder el perdón a los demás.
     Alégrate con el Reino de Dios, y disponte a acogerlo.
     Pídele que te ayude a no caer en la tentación, pero pon tú algo de tu parte.
Julián Escobar





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