domingo, 9 de noviembre de 2014

La homilía de Don Julián para el domingo 9 de noviembre


Templos de Dios. 9 Noviembre.XXXII T.O. Jn 2, 13-22.


El templo de Jerusalén era la gloria máxima de todo judío, era la presencia de Yahvé, la morada de Yahvé en medio del pueblo escogido. Pero los intereses económicos y el politiqueo de los “mandamás” judíos lo había convertido en un “mercado”.

La religión y los lugares sagrados nunca pueden ser “negocios políticos o económicos”.

Herodes el Grande había comenzado el año 20 a.C. una remodelación y embellecimiento del Templo que finalizó el 27 d.C. ¡Era esplendoroso! Pero ¿qué movió a Herodes a mejorar el Templo? Su politiqueo, no su piedad.

Dios habita donde hay verdad y limpieza de intenciones. Dios habita en el corazón de las personas que cumplen y aman los dos primeros mandamientos: Amor a Dios y amor al prójimo.

Dice Santa Teresa que la humildad es la verdad, y por tanto, el orgullo es la mentira. La humildad nos acerca a Dios, el orgullo nos aleja de Él. La humildad no va contra el legítimo y la razonable autoestima, pero sí va contra el autoengaño. El orgulloso se cree mejor que nadie y desprecia a los demás. Es como el enfermo profundo que no va al médico y se cree más santo que nadie.

Los templos, las catedrales y las iglesias no son bellas por sí mismas, sino por haber sido construidas como muestras del amor de los hombres, a Dios y lugares de encuentro y celebración de Dios con sus hijos. El hombre humilde da dignidad al Templo, y el Templo une al hombre a Dios. ¡El soberbio jamás entenderá esto! Recordemos lo proclamado por la Virgen María: “Dios derriba a los soberbios, y enaltece a los humildes”. El hombre humilde por insignificante que sea, puede hacer “grandes obras”, porque “somos templos del Espíritu Santo” si dejamos que Dios habite en nosotros.

  • ¿Vas a la iglesia?
  • Sí.
  • ¿Qué le pedirás a Dios?
  • Que su presencia llene mi corazón.
  • ¡Dios no podrá hacer eso!
  • ¿Por qué?
  • Porque tu corazón está repleto de preocupaciones, de miedos, de caprichos, de prejuicios… Para que Dios llene tu corazón, tú, no Él, debes vaciarlo, dejarle sitio.

La belleza, además de tener bellos templos, es que todas las personas se sientan y sean templos, moradas de Dios.

  • ¿Te sientes iglesia?
  • ¿Te sientes “lugar” habitado por Dios?
  • ¿Te sientes “lugar” de encuentro de los demás con Dios?




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