Templos de Dios. 9 Noviembre.XXXII T.O. Jn 2, 13-22.
El templo de Jerusalén era la gloria
máxima de todo judío, era la presencia de Yahvé, la morada de
Yahvé en medio del pueblo escogido. Pero los intereses económicos y
el politiqueo de los “mandamás” judíos lo había convertido en
un “mercado”.
La religión y los lugares sagrados
nunca pueden ser “negocios políticos o económicos”.
Herodes el Grande había comenzado el
año 20 a.C. una remodelación y embellecimiento del Templo que
finalizó el 27 d.C. ¡Era esplendoroso! Pero ¿qué movió a Herodes
a mejorar el Templo? Su politiqueo, no su piedad.
Dios habita donde hay verdad y
limpieza de intenciones. Dios habita en el corazón de las
personas que cumplen y aman los dos primeros mandamientos: Amor a
Dios y amor al prójimo.
Dice Santa Teresa que la
humildad es la verdad, y por tanto, el orgullo es la mentira. La
humildad nos acerca a Dios, el orgullo nos aleja de Él. La humildad
no va contra el legítimo y la razonable autoestima, pero sí va
contra el autoengaño. El orgulloso se cree mejor que nadie y
desprecia a los demás. Es como el enfermo profundo que no va al
médico y se cree más santo que nadie.
Los templos, las catedrales y las
iglesias no son bellas por sí mismas, sino por haber sido
construidas como muestras del amor de los hombres, a Dios y lugares
de encuentro y celebración de Dios con sus hijos. El hombre humilde
da dignidad al Templo, y el Templo une al hombre a Dios. ¡El
soberbio jamás entenderá esto! Recordemos lo proclamado por la
Virgen María: “Dios derriba a los soberbios, y enaltece a los
humildes”. El hombre humilde por insignificante que sea, puede
hacer “grandes obras”, porque “somos templos del Espíritu
Santo” si dejamos que Dios habite en nosotros.
- ¿Vas a la iglesia?
- Sí.
- ¿Qué le pedirás a Dios?
- Que su presencia llene mi corazón.
- ¡Dios no podrá hacer eso!
- ¿Por qué?
- Porque tu corazón está repleto de preocupaciones, de miedos, de caprichos, de prejuicios… Para que Dios llene tu corazón, tú, no Él, debes vaciarlo, dejarle sitio.
La belleza, además de tener bellos
templos, es que todas las personas se sientan y sean templos, moradas
de Dios.
- ¿Te sientes iglesia?
- ¿Te sientes “lugar” habitado por Dios?
- ¿Te sientes “lugar” de encuentro de los demás con Dios?
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