¿Qué clase de empleados somos? 16 Noviembre.XXXIII T.O. Mt 25, 14-30.
EL Evangelio de hoy nos habla de los
negocios. La parábola de los talentos viene a recordarnos que la
vida cristiana no consiste en no hacer el mal, sino en hacer
el bien. El último empleado es castigado, ¿qué mal ha hecho?
No ha robado, no ha sido malo, no ha perdido el dinero que le
entregaron. ¿Dónde está el mal? ¡En no haber intentado ser
bueno!
El cristianismo, el Evangelio, la
gracia… no es para guardarlo, sino para comunicarlo. El empleado no
ha sido fiel al encargo recibido, que era “negociar”, sacar
algún rédito a lo recibido. ¿Qué rédito? Por lo menos el
esfuerzo de haberlo intentado.
Dios se nos ofrece. Jesús se nos
ofrece. El Espíritu Santo quiere ayudarnos. Cualquier cristiano ha
recibido la gracia, no para que la esconda o sea guardián de ella,
sino ser testigos de lo recibido. Es como si cada bautizado fuéramos
un sagrario de Cristo. Aún en el Sagrario más pobre del mundo, se
encuentra la mayor riqueza, incomparable a la que pueda encerrarse en
las cámaras acorazadas de todos los bancos juntos. Aunque el copón
sea de barro, su contenido es Cristo, tesoro infinito.
¿Quiénes han sido, y son, los más
ricos del mundo? ¡Los santos! Sin trampear, sin ocultar datos, sin
monopolios… se fueron enriqueciendo hasta ser tesoros de Dios en la
tierra.
Janus Korezak, médico polaco condenado
con sus hijos a un campo de concentración nazi, se preguntaba allí
en un diálogo con un tilo: “¿Quién eres tú? ¿Cuántos
panecillos has cocido para los demás? ¿A quiénes has dado calor y
cuánto? Se te escapa la vida y no sabes en qué. ¿Has decepcionado
a alguien? ¿Cuántas lágrimas han derramado por causa tuya?”.
Lo que recibimos de Dios es para
compartirlo, no para enterrarlo o sólo para nosotros. Y recordemos
lo que decía Rilke: “Si tu vida te parece pobre no eches la
culpa a la vida. Échate la culpa a ti mismo, porque no eres lo
suficientemente valiente para descubrir su riqueza”.
- ¿Qué estás haciendo con tu vida?
- ¿Vives o vegetas?
- ¿Descubres lo bello que hay en ti o te puede el egoísmo y la pereza?
- ¿Inviertes en la felicidad de los demás?
Mons Casaldáliga: “Al final de mi
vida, me preguntarán qué he hecho. Y yo abriré mis manos vacías y
mi corazón lleno de nombres”.
¿Está tu corazón lleno de nombres
por el bien que les has hecho?
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