domingo, 16 de noviembre de 2014

La homilía de Don Julián para el domingo 16 de noviembre


¿Qué clase de empleados somos? 16 Noviembre.XXXIII T.O. Mt 25, 14-30.


EL Evangelio de hoy nos habla de los negocios. La parábola de los talentos viene a recordarnos que la vida cristiana no consiste en no hacer el mal, sino en hacer el bien. El último empleado es castigado, ¿qué mal ha hecho? No ha robado, no ha sido malo, no ha perdido el dinero que le entregaron. ¿Dónde está el mal? ¡En no haber intentado ser bueno!

El cristianismo, el Evangelio, la gracia… no es para guardarlo, sino para comunicarlo. El empleado no ha sido fiel al encargo recibido, que era “negociar”, sacar algún rédito a lo recibido. ¿Qué rédito? Por lo menos el esfuerzo de haberlo intentado.

Dios se nos ofrece. Jesús se nos ofrece. El Espíritu Santo quiere ayudarnos. Cualquier cristiano ha recibido la gracia, no para que la esconda o sea guardián de ella, sino ser testigos de lo recibido. Es como si cada bautizado fuéramos un sagrario de Cristo. Aún en el Sagrario más pobre del mundo, se encuentra la mayor riqueza, incomparable a la que pueda encerrarse en las cámaras acorazadas de todos los bancos juntos. Aunque el copón sea de barro, su contenido es Cristo, tesoro infinito.

¿Quiénes han sido, y son, los más ricos del mundo? ¡Los santos! Sin trampear, sin ocultar datos, sin monopolios… se fueron enriqueciendo hasta ser tesoros de Dios en la tierra.

Janus Korezak, médico polaco condenado con sus hijos a un campo de concentración nazi, se preguntaba allí en un diálogo con un tilo: “¿Quién eres tú? ¿Cuántos panecillos has cocido para los demás? ¿A quiénes has dado calor y cuánto? Se te escapa la vida y no sabes en qué. ¿Has decepcionado a alguien? ¿Cuántas lágrimas han derramado por causa tuya?”.

Lo que recibimos de Dios es para compartirlo, no para enterrarlo o sólo para nosotros. Y recordemos lo que decía Rilke: “Si tu vida te parece pobre no eches la culpa a la vida. Échate la culpa a ti mismo, porque no eres lo suficientemente valiente para descubrir su riqueza”.

  • ¿Qué estás haciendo con tu vida?
  • ¿Vives o vegetas?
  • ¿Descubres lo bello que hay en ti o te puede el egoísmo y la pereza?
  • ¿Inviertes en la felicidad de los demás?

Mons Casaldáliga: “Al final de mi vida, me preguntarán qué he hecho. Y yo abriré mis manos vacías y mi corazón lleno de nombres”.

¿Está tu corazón lleno de nombres por el bien que les has hecho?


No hay comentarios:

Publicar un comentario