“Pero luego fue…”. 28 Septiembre. XXVI T.O. Mt 21, 28-32.
En ocasiones es necesaria la paciencia
y la perseverancia para sacar adelante un proyecto, frente a las
dificultades y los desánimos. Pero hay personas que son tercas,
tercas, de esos que “cuando el burro coge el camino, el camino se
termina, y el burro sigue”. Hay que reflexionar ante una propuesta.
Un hijo dice sí y luego es no. Otro dice no, y luego es sí. ¡Falta
reflexión!
Jesús nos invita a vivir la voluntad
de dios, y no de palabra sino de obra. ¿Cómo podemos decirle a Dios
sí, y al prójimo no? ¿Cómo nos atrevemos a decirle a Dios sí, y
al prójimo no? ¿Cómo nos atrevemos a decir sí al perdón que nos
ofrece Cristo y luego mantener le deseo de vengarnos de quien nos ha
ofendido?
Tenemos que decir sí a la paz, a la
alegría, a la bondad; y decir No a la discordia, a la pereza, a la
tacañería.
¡Cuidado con tus sís y con tus
nos! Si dice ssí al amor en el matrimonio, debes decir no a las
aventuras extramatrimoniales. ¡Hay que tener muy claro a lo que
tenemos que decir SI y a lo que hay que responder NO.
Con el salmo pedimos al Señor:
“Enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas, haz que
camine con lealtad”. ¡No ser burro que sigue y sigue cuando ya
no hay camino! Ver y seguir a Cristo como el único Camino que lleva
al Buen Dios. Quizás sea un camino algo fatigoso, pero es el
correcto.
Y Jesús sigue desconcertándonos. ¿Por
qué los pecadores y los de mala reputación van a tomar la delantera
en la entrada al cielo? Y Jesús nos responde:
- Tú me llamabas Señor, pero no me obedecías.
- Tú me llamabas Camino, pero no me seguías.
- Tú me llamabas Amigo, pero no confiabas en Mí.
- Tú me llamabas Rey, pero no me servías.
- Tú me llamabas Bondadoso, pero tú no practicabas mi bondad.
Me decías Sí, pero luego no ibas a
trabajar, no me ponías en tu corazón. Los pecadores me decían no,
pero en sus corazones lloraban sus pecados y con el corazón partido
suplicaban que les perdonase su negativa.
Para Dios lo que cuenta es el corazón
y las obras, las palabras, por bonitas que sean, son paja que se
lleva el viento. Las palabras se las lleva el viento, las obras dan
testimonio. ¿Cumplen los políticos lo que prometen? ¿Hacen lo que
dicen y llevan en sus programas? Dice el Apóstol Santiago: “Fe
sin obras es un cadáver” (2, 17).
El General Lamoricière recibió a uno
de sus amigos. Sobre la mesa del General había un mapa extendido y
sujetado por los extremos con el “catecismo” y con la “Imitación
de Cristo”. El visitante le miró extrañado. El general sonrió y
le dijo: “Estos son mis guías inseparables; me llenan de
tranquilidad Yo no quiero estar, como en el aire, entre el cielo y la
tierra, el día y la noche; quiero saber adónde voy y a qué
atenerme, y estos libros me lo dicen”.
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