domingo, 10 de agosto de 2014

La homilía de Don Julián para el domingo 10 de agosto

IX T.O. 10 Agosto. Mt 14, 22-33
El miedo te hunde.
Un viajero se pierde en un bosque y se encuentra con una anciana ciega. Esta anciana le dice que sabe el camino y que le puede hacer de guía, aunque ya sea de noche. El viajero le dice: “Ya es de noche, eres muy anciana y además ciega”. La anciana ciega lo coge de la mano y le dice: “Camina conmigo y con plena confianza”. Así lo hizo y encontraron el camino.
¿Quién es la viejecita y ciega? La anciana es la fe. Es anciana porque existe desde siempre, no es un invento humano. Es ciega porque no ve a Dios, aunque nos da la confianza de verlo algún día en nuestra existencia.
Hay muchos que dicen: “Yo sólo creo en lo que veo”, sin darse cuenta que lo que se ve no necesita que se crea en ello, se ve. Creer es confiar, no ver. Creemos en miles de cosas que no vemos. ¿Por qué un alumno cree que el Sol está a 148 millones de kilómetros de la Tierra? El alumno cree al profesor. ¿Quién puede medir el amor? Todos creemos en el amor, aún después de que alguien nos haya engañado cuando decía que nos amaba.
El creer no depende de la inteligencia que uno tenga, sino del amor. Amar a Dios y amar al prójimo son los cimientos básicos para vivir una vida de Fe. La fe brota de la duda razonable: ¡Alguien ha hecho lo que existe! ¡Yo creo, aunque no lo vea, en ese Alguien!
Cree y confía. San Pedro comenzó a hundirse cuando empezó a dudar.


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