domingo, 28 de agosto de 2016

La homilía de Don Julián para el domingo 28 de agosto


¿A quién invitas?
¿Es debilidad ser humilde? ¿La persona que se muestra humilde es porque se siente inferior a los demás? ¿Quién ama la soberbia, la arrogancia, la jactancia…?
Santa Teresa decía que la humildad es la verdad, la justa actitud hacia sí mismo y hacia los otros que corresponda a la realidad.

¡No querer aparentar lo que no se es! ¡No creerse que se es más de lo que uno es! Incluso aunque uno sea una persona excepcional, no ir proclamándolo, pues el proclamarlo ya menguaría su valía. ¡Humildad sí, falsa humildad, no!
Se dice que san Antonio Abad, que no soportaba bien oír que alguien practicaba mejor que él cualquier virtud. Si esto es verdad, era poco humilde es este aspecto. Y de risa son las palabras de san Juan Climaco que comparaba la buena vida monástica a la carrera de caballos, donde cada caballo trata de ser el primero. ¿Cómo puede haber esta competitividad entre personas entregadas a Dios?
El emperador Carlos V estaba un día orando cuando le anunciaron que quería hablarle un embajador, el cual tenía asuntos importantes que comunicarle. Decidle -replicó- que estoy con otro asunto más importante. Me ha recibido en audiencia el Rey de reyes.
Exclamaba Goethe: “¡Ay de mí, dos almas habitan en mí y una se quiere separar de la otra!”.
Sabemos lo que valemos, sabemos lo que hacemos, pero… ¿nos aceptamos? La persona que se acepta y vive con alegría esa persona nunca busca ocupar puestos que no le corresponden o sirven para esconder sus complejos. ¡Dios nos ama como somos!
Exclamaba Goethe: “¡Ay de mí, dos almas habitan en mí y una se quiere separar de la otra!”.
Sabemos lo que valemos, sabemos lo que hacemos, pero… ¿nos aceptamos? La persona que se acepta y vive con alegría esa persona nunca busca ocupar puestos que no le corresponden o sirven para esconder sus complejos. ¡Dios nos ama como somos!  
A punto de terminarse las vacaciones es bueno que te preguntes qué has hecho en tres días de descanso; a quién has hecho feliz; en qué has empleado tu tiempo. Y no olvides las palabras de Jacinto Benavente: “Al verdadero amor no se le conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece” y porque nunca busca el primer puesto para sí, sino para los que aman..

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