domingo, 21 de agosto de 2016

La homilía de Don Julián para el domingo 21 de agosto


¡Entrar por la puerta del amor!

Thomas More, era el canciller de Inglaterra, pero dimitió el día en el que el parlamento aprobó una ley por la cual todo el clero tenía que reconocer al rey Enrique VIII como cabeza de la Iglesia, y no al Papa. Así que Tomás Moro fue decapitado. Una de sus últimas frases fue: “Soy buen servidor del Rey, pero primero de Dios”.


¿Quién está dispuesto a morir por poner en el primer puesto a Dios?

Políticos, banqueros, científicos, filósofos, médicos… fueron bautizados, recibieron la primera comunión, la confirmación, contrajeron matrimonio cristiano, van a Misa, pero… ¿ocupa Dios el primer lugar en lo que dicen y hacen? ¿Confiesan su fe públicamente? Confiesan públicamente sus ideas políticas, pero callan o sepultan su condición religiosa.

Proclamamos en voz alta la libertad de pensamiento, y ¡muera el que no piense como yo!

Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, pero el hombre también ha procedido así con Él”.

Estas dos frases de Voltaire nos describen bastante bien a muchas personas de nuestros días: “¡Muerte a quien no piense como yo y a Dios tenemos que hacerlo a imagen y semejanza nuestra!”. ¿Es todo esto síntoma de que enfermamos de orgullo?



Todos sabemos de los logros del Doctor Luis Pasteur, en especial su vacuna contra la rabia. En julio de 1885 una familia le trajo un niño que había sido mordido por un perro rabioso. Pasteur no había perfeccionado su vacuna, pero al ver la desesperación de aquella familia decidió probarla. La vacuna salvó al muchacho.

Jesús hace mucho más por nosotros, pero tenemos que inyectarnos su vacuna para salvarnos. Su vacuna es crecer, amar y servir. Jesús nos pregunta: ¿Queréis ser curados de la rabia del super orgullo, del querer estar por encima de todos incluso de Dios? Vacunaros… mi vacuna está garantizada al 100%. Ya lo sabéis: creer, amar y servir.

No te detengas nunca

“No te detengas nunca y no dejes de marchar cuando no hay camino, deja que tus pies vayan abriendo el camino. No mires atrás cuando se haya hecho de noche, ilumina tu caminar con la luz que hay en ti mismo. Porque la oscuridad más terrible no es la que te rodea, sino la que te habita. Y la luz más bella no es la que te ilumina desde afuera, sino la que se asoma en tus ojos, desde adentro”.
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