¿Quién es importante? Aquél que
arriesga lo propio para hacer feliz a los demás. Aquél sirve dando, aunque sean
pequeñas gotas de vida, en vez de ir arañando corazones e intoxicando
pensamientos.
Para Jesús ser importante
conlleva servir a los demás hasta perder la comodidad propia. ¿Quieres ser
importante? Entonces, ¿estás dispuesto a poner por delante de ti a tu esposa/o,
a tus hijos, a tus amigos? El deseo de ser más, de vivir mejor, es legítimo y bueno
siempre que no sea a costa de “pisar” a los demás.
LA TAZA DE CERÁMICA
Se cuenta que una vez en
Inglaterra existía una pareja que gustaba de visitar las pequeñas tiendas del
centro de Londres. Una de esas tiendas favoritas era donde vendían vajillas antiguas. – ¿Me permite ver esa taza?, preguntó la
señora. –Nunca había nada tan fino como eso.
En cuanto tuvo en sus manos la taza, escuchó que comenzaba a
hablar. –Usted no entiende, que no fui
siempre la taza que tiene ahora entre sus manos. Hace mucho tiempo sólo era un
montón de barro sin forma y sin belleza. Mi creador me tomó entre sus manos, me
golpeó y me amoldó cariñosamente. Cuando le gritaba porque me dolía,
simplemente me decía: “Aguanta un poco
más, todavía no es tiempo”. Después me puso en un horno. Yo nunca había
sentido tanto calor. Me pregunté por qué mi creador querría quemarme. Pero de
nuevo escuché su voz: “Aguanta un poco
más, todavía no es tiempo”. Finalmente, se abrió la puerta del horno, mi
creador me tomó y me puso en una repisa para que me enfriara. Estaba ya
tranquila, cuando de nuevo mi creador me empezó a cepillar y a pintar. Quise resistirme y le gritaba que me dejara,
pues aquella pintura era horrible y desagradable. Pero de nuevo me habló con
cariño: “Aguanta un poco más, todavía no
es tiempo”. Al fin dejó de pintarme, pero de nuevo me metió al horno, mucho
más caliente que el anterior. Grité, lloré y pedí que me sacara de aquel
sofocante calor. Y de nuevo su voz: “aguanta un poco más, todavía no es
tiempo”. Sentí que me moriría y, justo cuando estaba a punto de darme por
vencida, se abrió la puerta del horno, me tomó cariñosamente entre sus manos y
me dejó de nuevo en la repisa para que me enfriara. Después de una hora de
haber salido del segundo horno, me dio un espejo y me dijo: “Mírate. Esta eres
tú”. ¡Yo no podía creerlo! Lo que veía era hermoso. Mi creador nuevamente me
dijo: “Yo sé que te dolió haber sido golpeada y modelada por mis manos, pero si
te hubiera dejado como estabas no hubieras sido más que un barro cada vez más
seco e inservible. Todo lo hice para que fueras una hermosa taza, llena de belleza
y de color, admirada por muchos y útil para dar alegría a muchos caminantes
sedientos. Ahora eres un producto terminado. Eres lo que siempre soñé que
fueras cuando te empecé a formar”.
oooOOOooo
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario