domingo, 24 de mayo de 2015

La homilía de Don Julián para la festividad de PENTECOSTÉS, 24 de ma yo de 2015


 
Pentecostés 24 de Mayo. Jn 15, 26-27; 16, 12-15

Dios habla en “signos” que es el mensaje que todos entendemos. El ruido del Cielo, el viento impetuoso, diluvio de fuego en forma de lenguas ígneas… ¡Desaparece el miedo y comienza el tiempo de la Iglesia!
 
El Padre Tom Entenener, presidente de Vida Humana Internacional, cuenta algo hermoso de la presencia y poder del Espíritu Santo. Un día estaba con un grupo rezando ante una clínica de aborto. En ese día 11 jóvenes entraron a la clínica. Ninguna de ellas aceptó la oferta de ayuda que ellos le ofrecían. Se sintieron tristes. Se preguntaban porque Dios no escuchaba sus oraciones.

Un año después, estando ante la misma clínica, una joven se les acercó. Entre sus brazos llevaba un bebé. Les preguntó si se acordaban de ella. El grupo dijo que no. Ella les explicó que hacía un año pasó a la clínica delante de ellos, que rellenó los papeles para abortar. En la sala de espera empezó a llorar y todas las demás chicas también, pero ella sintió una fuerza… abandonó la clínica y ahora gozaba con su bebé. ¡Ninguna oración cae en el vacío!

Hemos escuchado en el Evangelio: “Paz a vosotros”. ¿Abrimos nuestro corazón a la paz que nos ofrece Cristo?

Estaban con las puertas cerradas por miedo…”

Viene el Espíritu Santo y les abre el entendimiento y el corazón para comprender todo lo enseñado por el Maestro. Y tal es la valentía que reciben que las puertas de la casa en la que estaban escondidos y rezando se abrieron. Y es que el Espíritu Santo es “el dulce huésped del alma, el que da al esfuerzo su mérito”.

Los siete dones del Espíritu Santo pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David. Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.

Don de sabiduría

Don de inteligencia

Don de consejo

Don de fortaleza

Don de ciencia

Don de piedad

Don de temor de Dios

¿Te consideras hijo de Dios? Entonces no te quejes, no te atormentes, no te deprimas. ¿A qué le temes si sabes que Dios está pendiente de ti? Tienes inteligencia, tienes dones, tienes talentos, entusiásmate con ellos, acéptate con ellos y haz de ti una obra de arte. En ti está el poder de no atarte a las cosas y descubrir tu felicidad ante ti. No olvides que las cosas no hacen felices. ¡Aprovecha tus capacidades! ¿Lo haces o eres un empedernido perezoso?
                                                           oooOOOooo

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