Ser pozos de agua fresca en un mundo
sediento.
El pueblo de Israel había salido de la
esclavitud. Va por el desierto camino de la tierra prometida, les
falta el agua y comienzan a murmurar, casi a blasfemar contra Dios:
“Dios nos ha sacado de Egipto para dejarnos morir de sed en el
desierto”. Dios hace portentos, pero las personas los olvidan
enseguida. ¡Si Dios no me da en cada momento lo que yo quiero, lo
insulto digo que no existe!
Y ante la sed de un mundo que pasa de
Dios, o es indiferente, o niega que exista, Cristo nos dice: “El
que tenga sed, que venga a mí y beba”.
La escena evangélica de este domingo
es hermosa. Jesús parte de una necesidad fisiológica, tener sed,
para entablar conversación con una samaritana. Es medio día y es
bochornoso el calor. Jesús parte de la necesidad como hombre para
suscitar en la mujer samaritana sed de trascendencia, sed de Dios.
¡Qué triste es la realidad de la
gente que dice no tener sed de cosas espirituales cuando se están
muriendo en la miseria moral!
La Iglesia Católica, los cristianos
estamos en la tierra para ser pozos de agua moral que guíen a los
necesitados de Dios hasta Jesús, el Hijo y Salvador.
La Iglesia no es un edificio, por
grandioso que sea, como lo son las catedrales góticas. Cuando los
fanáticos anti-religiosos prenden fuego a un templo, no están
quemando y reduciendo a cenizas a la Iglesia. La Iglesia son los
bautizados que adoran a Dios en “espíritu y en verdad”, y esto
lo pueden hacer en una catedral o bajo un árbol, en una casa o en la
montaña. Donde están los corazones sinceros que adoran a Dios, allí
está la Iglesia.
La Samaritana, se convierte en
evangelizadora: ¡Venid, he encontrado al Mesías! Esta mujer que
había dilapidado su amor y juventud, vuelve a recobrarlos al
encontrarse con Jesús.
- ¿Eres pozo o desierto para los demás?
- ¿Produces en los demás sequías amargas u ofreces agua de paz y sosiego en días de bochorno de inquietudes?
- ¿Te reconoces pecador, necesitado del agua del perdón de Cristo?
¡Siempre, siempre, sé para los demás
agua del Evangelio ofrecido a todos!
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