Mc 5, 38-48
“No hagáis frente al que os
agravia”
Ya no vale el “ojo por ojo, diente
por diente”, pero lo curioso es que a casi todo el mundo les parece
normal ese principio. ¡Seguimos pensando con mentalidad del A.T.!
Buda dijo: «Cuando ladrones y asesinos
os aserrasen un miembro tras otro y os encolericéis en vuestro
corazón… incluso en este caso debéis actuar de esta forma:
- No queráis pensar nada injusto
- No dejéis escapar ninguna palabra mala
- Manteneros amables y compasivos
- Con buen corazón
- Sin odio oculto
- Imponeros a esos malvados con buenos sentimientos»
Así se portan los mártires y añaden
a todo eso el amor, el hacer el bien y el rezar
por los enemigos y los asesinos. ¡Es el mandado de Jesucristo! No
solo aguantar sin rencor la maldad, sino amar, hacer el bien y rezar
por quienes martirizan y matan.
Seguimos pensando con el A.T.
Cuando un niño llega del colegio y
cuenta a sus padres que le han pegado, ¿qué consejo le dan sus
padres? “¡Defiéndete, pégale tú también, no seas tonto!”.
Aquí tienen la ley del “ojo por ojo…”. Está bien que el niño
se defienda, pero no a puñetazo limpio. Jesús también le preguntó
al criado que le dio una bofetada: “Si he hablado bien, ¿por qué
me pegas?”
En física hay una ley que dice: “a
toda acción le corresponde una reacción igual y contraria”. Con
esta ley llegaríamos a:
- Ajusticiar a los asesinos
- Confiscar los bienes adquiridos con corrupción
- Asesinar a los invasores…
¡Todo lo contrario de lo que nos dice
Cristo! Entonces, ¿hay que aguantarnos, resignarnos, ante el mal?
¡No!
Los padres de la Iglesia tienen esta
parábola sobre la humildad.
Los cedros dijeron a las rosas
silvestres: “Sois pequeñas y débiles y, sin embargo, las
tempestades no os destrozan, mientras que nosotros somos grandes y
las tempestades nos desenraizan”. Las rosas le respondieron:
“Nosotras, cuando llega la tempestad y el viento fuerte, nos
balanceamos de una parte a otra, en cambio, vosotros, os oponéis al
viento”.
El iracundo, el violento, el que
insulta es un viento dañino que casi siempre va buscando a quien
arrancar de raíz. Ya lo dice el refrán: “El mejor desprecio es
no hacer aprecio”.
“No te pares a apedrear a los perros
que te ladran en el camino”.
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