VI T.O. Hay que ser mejores. (16 Febrero).
Mateo 5, 17-37
“Ya no basta con adaptarse
sencillamente a lo que ocurre a nuestro alrededor” hay que hacer
frente a la “euforia de la vida” que conduce a la modorra y lo
vulgar. El cristiano, el Católico de hoy, tiene que “poseer una
gran fortaleza de carácter y vigorosas” actitudes humanas y
cristianas para que no le apaguen su Fe.
Por eso, Jesús, dice: “Pero yo os
digo…” ¡Nada de adaptarse a los escribas y fariseos de cualquier
momento de la historia! ¡Tenéis que ser “mejores que ello”!
¡Tenéis que ser infinitamente más generosos, más alegres, más
auténticos, más fieles a Dios y samaritanos de cualquier persona!
Ya no valen los “cristianos anónimos”. Los cristianos deben de
ser reconocidos por sus obras y sus palabras.
¡Obras!
Juan Pablo I, cuando era patriarca de
Venecia, vendió la cruz que llevaba y la cadena de oro, que le había
regalado el papa Pío XII, y dio el dinero a un centro de deficientes
mentales. Y ya Papa comentó: “Da pena ver collares y anillos de
oro colgados al cuello y dedos de las imágenes de la Virgen,
mientras hay personas que mueren de hambre”.
Y Juan Pablo II en Canadá el 14 de
septiembre de 1984 dijo: “Dios no necesita cálices de oro, sino
almas de oro. Comenzad a dar de comer a los hambrientos y, con lo que
sobre, adornar el altar”.
Ninguno de los dos papas eran
revolucionarios y anti-anda. Eran la voz de Cristo que nos pide que
seamos los mejores. Iglesias limpias y cómodas, ornamentos dignos…
pero limpiando miserias humanas: Hambre, incultura, falta de
medicamentos, atención a los ancianos…
En Padua hay un cuadro del pintor
italiano Giotto, en él aparece la CARIDAD ofreciendo con una mano a
Dios el corazón y con la otra un cesto de frutas a los hombres. ¡Son
los dos amores de los verdaderos cristianos: el amor a Dios y el amor
al prójimo!
Seguir a Jesús no es algo abstracto,
difuso. No es filosofía, ni una ética… es algo muy, muy concreto:
Es vivir el estilo de Jesús, es ser reflejos de su amor y en
vez de caer en el orgullo, es hacerse servidores. “¡Almas de
Oro!”.
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